Estoy casi convencido de que a algunas personas les va a dar igual lo que escriba, pero como también hay algunas otras de buena voluntad voy a intentar reflexionar, eso sí por penúltima vez, en voz alta sobre las interpretaciones de los barómetros del CIS dirigido por José Félix Tezanos, aunque a Tezanos le seguirán cayendo chuzos de punta. El último apartado de los barómetros mensuales -el referido a intención de voto- va precedido de una advertencia rotunda que cualquiera puede entender: «Los datos de "intención de voto" son datos directos de opinión y no suponen ni proporcionan por sí mismos ninguna estimación de resultados electorales». «Aquí se presentan sin transformar o corregir la opinión declarada. Los resultados se publican como porcentaje de voto emitido, como es habitual hacer cuando se celebran elecciones. En ningún caso suponen "un modelo de estimación de voto"». O sea, que la intención de voto que la gente declara se pone sobre el total de encuestados y sobre el total del voto emitido -es decir, sin el «No sabe/No contesta», «no votará», que suman más del 25%- y punto. En ningún caso eso es una estimación, ni pronóstico, y lástima de quien lo interprete así.

Es más, el CIS deja a los profesionales y a los institutos de opinión la interpretación de los mismos. Que cada uno pueda hacer -y vender- sus pronósticos de intención de voto. Que cada cual cocine esos datos a su gusto, incluso a gusto de quien le paga: valorar el voto oculto; interpretar el No sabe/No contesta; a dónde irán a parar si hay elecciones; interpretar los que mienten -por ejemplo, son bastante más los que recuerdan haber votado al PSOE de los que en realidad lo hicieron-, tasa de lealtad, dudosos, etcétera. «Evidentemente, la aplicación de diferentes modelos puede dar lugar a diferentes datos y estimaciones. Dado el carácter público de los datos del CIS, los investigadores y demás profesionales son libres de realizar estimaciones de voto considerando algunas de las variables que proporcionan estos barómetros, pudiendo difundir bajo su responsabilidad los modelos de estimación que consideren más convenientes». Así cualquier Instituto de Opinión puede explotar los datos haciendo estimaciones a nivel general o regional con un notable ahorro.

En la tabla de intención de voto en elecciones generales (en % sobre censo) en el mes de abril, el PSOE tenía una intención de voto del 17,2% y obtuvo un 28,64%; la intención de voto al PP era del 7,6 y obtuvo el 16,7; a Cs el 5,5 le votaron un 15,8%; a UP un 6,7 y obtuvo el 12,96; y Vox pasó del 3,7 al 10,2. Está claro que la diferencia entre la intención declarada y el voto real es tan importante que, como pronóstico, no es fiable. El CIS presenta los datos de intención de los últimos doce meses y lo importante es sobre todo la tendencia. En el barómetro de julio la intención era: 30,5 PSOE; 10,1 PP; 9,1 Cs; 9,6 UP; y 3,4 Vox. En los últimos tres meses la tendencia es que suben PSOE y PP, especialmente éste, y bajan los demás.

La otra tabla de indicadores son los de confianza económica y confianza política, tanto uno como otro bajan en el último mes. Menos confianza en la situación económica y política actual; y también en cuanto a las expectativas a un año. El mes pasado eran más esperanzadoras. En la autoubicación ideológica media los encuestados se sitúan ligeramente más hacia la izquierda pasando de 4,55 a 4,49 en una escala en que 1 es la extrema izquierda y 10 la extrema derecha.

Por lo tanto, no hay nada que reprochar al CIS, ni a su director, al menos con una base científica mínima; desde el populismo, peronismo u otros istmos cada cual es muy suyo. Las intenciones de voto son las que son. Se puede estimar la tendencia, a los tendenciosos, incluso hacer una buena estimación. En esta etapa, tan sólo en una ocasión el CIS cocinó los datos, y fue en el sondeo de las elecciones generales de abril, estimaron el posible voto, y acertaron. Y siempre explicando cómo han trabajado los datos directos trayéndolos del terreno de la magia y el secreto culinario, en que estaban, a la luz y al contraste.

Este mes, además, el barómetro lleva doce preguntas sobre la Administración de Justicia y la valoración que hacen los ciudadanos. Eso requiere un cartapacio aparte.