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No todo es velocidad

Cuando en 1992, en tiempos de Zaplana, se puso en marcha el Euromed, un servicio ferroviario que permitía viajar desde Alicante hasta Barcelona con paradas solamente en las capitales de provincia, se me cayeron los palos del sombrajo. ¿Cómo iba a ser posible viajar de Alicante a Valencia sin paradas, cuando desde Alicante hasta La Encina había una vía única, saturada de circulación?

De lo que se trataba era de dar prioridad al Euromed. De que a su paso se detuviesen en estaciones y apeaderos Talgos, Regionales y los Media Distancia para que el tren con la tarifa más cara arañase algunos minutos durante el trayecto. Pero la realidad se impuso, y llegó el día en que también el Euromed, como todo hijo de vecino ferroviario que discurre en tierras alicantinas, inició sus paradas extraoficiales para dar paso a los trenes que venían en sentido contrario.

Y 27 años después, casi diez mil días después, así seguimos. Me cruzo día sí día también al Euromed detenido en las estaciones de Monóvar-Pinoso, Elda- Petrer o Sax, esperando el paso de los convoyes en los que me dirijo a Alicante o a Villena.

La casa se empezó por el tejado. Como si lo importante fuese correr mucho, antes que desdoblar la vía. Y así seguimos en Alicante, la provincia más poblada de España sin doble vía de ancho convencional. Ni en el tramo Alicante-Villena. Ni el tramo Alicante-Orihuela. Ni el tramo Alcoy-Xátiva. A eso se llama hacer pleno, a las puertas de 2020. Para colmo de males, se nos echa encima un AVE privatizado, que maldita falta que hacía, cuando desdoblando la vía hasta La Encina, y viajando en línea recta, Alicante estaba de Atocha a apenas 3 horas. Tanto como ahora pasando por Cuenca. Por omisión o por negligencia, todo se ha hecho mal en materia ferroviaria en Alicante. ¡Hasta lo que todavía se está por hacer!

Hipotecado de por vida.

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