La audacia en acciones internacionales suele ser incompatible con la prudencia que la diplomacia exige. El presidente francés Emmanuel Macron ha mostrado habilidad, audacia, y una notable mano izquierda en las relaciones personales con personajes tan difíciles como el presidente norteamericano Donald Trump. Se ha constituido en el líder de la Unión Europea, heredero de Merkel en franca retirada, pero que no ha dejado de respaldar en ningún momento las propuestas de Macron; salvo en la amenaza a Bolsonaro de rechazar el acuerdo comercial Latinoamérica-Unión Europea.

Lo primero que hizo fue rebajar las expectativas casi a cero. No habría comunicado final; a partir de ahí la firma de una declaración final de los jefes de Estado y de Gobierno sobre cinco puntos ya es un éxito. A la espera de como evolucione, sin duda es un paso importante. Y dentro de un acuerdo multilateral, por los que el presidente norteamericano siente auténtica alergia.

El tema principal en materia comercial es la voluntad de reformar en profundidad la Organización Mundial del Comercio «con el fin de ser más eficaz en la protección de la propiedad intelectual, resolver con más rapidez las diferencias y erradicar las prácticas comerciales desleales. El G7 se compromete a buscar un acuerdo en el 2020 para simplificar las barreras reglamentarias y modernizar la fiscalidad internacional en el cuadro de la OCDE». En este marco se sitúan dos próximas reuniones: la primera con China, a quién se acusa de utilizar reglamentaciones para limitar las exportaciones de los demás, y de piratear la propiedad intelectual. Estados Unidos responde con el aumento de los aranceles a las importaciones chinas y viceversa. El resultado, de momento, es una contracción del comercio mundial y puede convertirse en una recesión mundial el año que viene. El G7 ha conseguido comprometer una reunión de los presidentes chino y norteamericano Donald Trump y Xi Jinping. De paso le recuerdan a los chinos que no deben utilizar la violencia en Hong Kong.

La amenaza norteamericana de poner aranceles a los vinos franceses en represalia por los impuestos de Francia a las tecnológicas ha quedado aplazada. La tasa GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple) es un 3%. Francia seguirá cobrándola mientras no haya un acuerdo en la OCDE para actualizar la fiscalidad internacional. Las multinacionales tecnológicas quieren que el impuesto sea en todos los países igual, pero se han dedicado a entorpecer que ese impuesto se acuerde en la OCDE. Si ese futuro impuesto es inferior al que cobra ahora Francia, Macron se ha comprometido a devolver la diferencia, pero de momento sigue cobrando, lo con lo cual las empresas tecnológicas tendrán prisa en que se defina. España quería poner este impuesto en el presupuesto que no se aprobó, ahora podría hacerlo.

Trump logra que, de hecho, los europeos acepten la vuelta de Rusia al G7 y para ello Francia y Alemania se reunirán, el mes que viene, con Rusia y Ucrania con el fin de pacificar la región. Probablemente reconociendo la unidad de Ucrania y la soberanía rusa de Crimea. Trump consigue la vuelta de su amigo Putin al, nuevamente, G8 en la próxima reunión que organiza Estados Unidos en vísperas de las elecciones presidenciales norteamericanas. Los europeos han conseguido que Trump acepte el papel de la ONU y «una tregua en Libia que pueda dar paso a un cese el fuego perdurable. Consideramos que sólo una solución política permitirá asegurar la estabilidad de Libia. Llamamos a acoger una conferencia internacional bien preparada asociando todas las partes implicadas, y a todos los actores regionales concernidos en este conflicto». «A este respecto, apoyamos el trabajo de las Naciones Unidas y de la Unión Africana a fin de poner en marcha una conferencia inter-libia».

El aterrizaje sorprendente y sorpresivo - excepto para Trump- en Biarritz del ministro de Asuntos Exteriores de Irán fue una audacia de Macron, y ha conseguido el compromiso de Trump para entrevistarse con el presidente iraní Hasán Rohaní, «si las circunstancias son correctas» ha puntualizado crípticamente el presidente norteamericano. No es fácil porque hace 40 años que estos países rompieron relaciones diplomáticas. Para el G7 hay «dos objetivos que todos comparten: conseguir que Irán no pueda nunca dotarse del arma nuclear y favorecer la paz y la estabilidad de la región». La mayor oposición para ese encuentro vendrá del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Y dependerá de lo que pase en las elecciones parlamentarias de este mes en Israel.