Con frecuencia, somos incapaces de comprender y anticiparnos a cambios y transformaciones que suceden en nuestras ciudades y barrios. En algunos casos, por la velocidad tan acelerada a la que se suceden, en otros, por carecer de herramientas adecuadas de comprensión, pero también por incapacidad manifiesta de nuestros responsables públicos.

El derecho al descanso, la ocupación a veces salvaje de los espacios públicos por terrazas y veladores, la falta de viviendas asequibles, las bolsas de pobreza y desigualdad, el encarecimiento del mercado de alquiler, la ausencia de equipamientos públicos y zonas verdes, el envejecimiento poblacional, el deterioro de los espacios de convivencia, la expulsión de los vecinos de toda la vida, la turistificación descontrolada, junto a la pérdida del patrimonio urbano, son algunos de los problemas más importantes que están encima de la mesa en ciudades como Alicante, con particular intensidad en el Centro Tradicional y el Casco Antiguo, generando conflictos vecinales así como profundas mutaciones en calles y barrios.

Todo ello se agrava cuando las instituciones públicas, en particular las municipales, se muestran incapaces de comprender adecuadamente todos estos procesos, careciendo incluso de instrumentos para la intervención. Por decirlo de otra forma, difícilmente Alicante va a poder abordar algunos desafíos novedosos del siglo XXI con herramientas caducas del siglo XX, como el Plan General de 1987, actualmente en vigor, por mucho que se empeñen sus responsables municipales en afirmar lo contrario.

Un buen ejemplo de lo que decimos lo tenemos en el fenómeno de alquiler de viviendas de uso turístico en la ciudad de Alicante. La extensión de un modelo turístico que utiliza viviendas de alquiler para uso vacacional se ha convertido en un proceso imparable, a pesar de su novedad. Con apenas diez años de vida, ya que surge a finales de 2008 en San Francisco, cuando un grupo de estudiantes tienen la idea de montar una página web en la que ofrecer camas de aire y desayuno (Air Bed and Breakfast) en su apartamento para los participantes en una importante feria que, por entonces, tenía lugar en la ciudad, ante la falta de alojamiento, pudiendo así obtener algunos ingresos. Nace Airbnb, siendo tan exitosa la experiencia que en pocos meses, utilizando nuevas plataformas web y con el apoyo de diferentes inversores, el fenómeno se extiende por todo el mundo, extendiendo con una fuerza imparable el servicio de alquileres de viviendas para usos turísticos.

Esta nueva modalidad de alojamientos se ha abierto paso en medio de importantes polémicas, con el sector hotelero al considerar que operan al margen de la legalidad que ellos respetan, con los ayuntamientos y comunidades autónomas al carecer de regulación de ningún tipo, con los gobiernos estatales al eludir las obligaciones fiscales, pero sobre todo, con vecinos y asociaciones por los tremendos impactos negativos que tienen en la convivencia, tanto en los edificios y comunidades, como en las calles y barrios, impulsando procesos de gentrificación y turistificación mediante una zonificación del turismo en viviendas de alquiler. Se habla mucho de la regulación legal de este fenómeno, pero muy poco de su dimensión espacial, de sus efectos sobre las tramas urbanas y sobre todo de sus múltiples impactos sociales y en la convivencia.

Es cierto que en Alicante se han celebrado diferentes jornadas técnicas sobre alquiler turístico, organizadas por el Ayuntamiento. Pero lejos de analizar el fenómeno con realismo de manera transversal, los técnicos municipales de Urbanismo hicieron discursos tan autoelogiosos como faltos de realismo, afirmando que Alicante no tiene que preocuparse ya que el PGOU de 1987 ofrecía respuestas adecuadas. ¿Cómo se puede afirmar con satisfacción que un Plan General de Ordenación Urbana diseñado hace más de cuarenta años ofrece respuestas a un fenómeno de impactos novedosos como profundos como es el alquiler de viviendas para usos turísticos en la ciudad? Así pasa luego lo que pasa.

Basta con recorrer algunas calles del Centro Tradicional para tomar conciencia del auténtico disparate que se está gestando y que va a transformar negativamente el centro de Alicante, acentuando muchos de sus problemas y cambiando sus usos residenciales. Un elevado número de edificios completos están en estos momentos dedicándose al alquiler turístico, junto a otro número nada despreciable que se encuentra en obras para tal fin. Calles paralelas a Castaños que acumulan hasta cuatro edificios enteros y colindantes, en plazas cercanas, junto a Gabriel Miró, el Portal de Elche y Doctor Balmis. Todos ellos contando con el beneplácito de las autoridades municipales, al afirmar que el PGOU de 1987 lo permite. ¿Alguien se ha parado a pensar en los impactos sociales que todo ello va a generar en el Centro de Alicante, en cómo va a aumentar los problemas de ruido y convivencia, cómo va a acelerar su gentrificación, va a llevar al cierre de comercios tradicionales, va a impedir que jóvenes, estudiantes, y trabajadores encuentren vivienda en la zona, expulsando a vecinos de toda la vida? Por no hablar del cambio de usos sobre el espacio central de la ciudad, convertido en parque temático de diversión con un alto volumen de población flotante que va y viene. ¿Cuándo se tomara conciencia de la necesidad de realizar amplios y profundos estudios de impacto social sobre temas trascendentales para nuestra ciudad?