Las Diputaciones Provinciales son el órgano de Gobierno de la provincia y así es recogido en el artículo 141.2 de nuestra Carta Magna y en el art. 31.3 de la L.R.B.R.L, siendo los entes institucionales actuales el nacional, el autonómico, el provincial y el municipal. Pues bien, ahora y con arreglo a la nueva Ley 21/2018 de 16 de octubre, se podrán crear en la Comunidad Valenciana mancomunidades de forma voluntaria de carácter tanto comarcal como con municipios de otras provincias. Y ahí está la maniobra, ya que éste «invento» de entes comarcales pretende captar competencias provinciales puesto que el artículo 7 de dicha ley nos habla de la «voluntad de mancomunarse» de cada una de las alcaldías de los municipios que así lo deseen se constituirán en comisión promotora.

Para nadie es un secreto esa otra voluntad del Consell Valenciano de dirigir en nuestro caso la Diputación Alicantina y esas ansias le llevan al hecho incontrovertido de derivar competencias hacia esas nuevas «mancomunidades comarcales», y teniendo nuestra provincia,-si no me equivoco- nueve comarcas que aglutinan ni más ni menos 141 municipios, supone una baza a jugar importante.

El artículo 12-G de la ley, establece las competencias, donde se encuentran - sin ser exhaustivos- la gestión de actividades y servicios públicos (el ciclo del agua, sanidad, bienestar social, urbanismo, vivienda, y un largo etcétera) contemplando en sus Estatutos, la constitución de la correspondiente Junta de Gobierno, Órganos Colegiados, personal propio, etcétera. Y ahora, la pregunta sería ¿Qué recursos económicos tendrán dichas mancomunidades?, pues en el artículo 33.1 de la ley que contiene 11 apartados, se detallan algunos de ellos, como tasas y precios públicos por la prestación de servicios, contribuciones especiales para la ejecución de obras o mejora del servicio, participación en los tributos de la Generalitat, subvenciones, multas y sanciones, etcétera, y en último lugar el cajón de sastre, «cualquier otro que legalmente pueda establecerse».

En fin, se ha parido un nuevo ente con funcionarios propios, recursos propios y competencias que hasta ahora ya teníamos en nuestra Diputación, y no es que estemos duplicando, sino que como de momento no se pueden eliminar las Diputaciones -como algunas corrientes políticas pretendieron- la finalidad se concreta en dejar a éstas sin contenido.

Como conclusión de ésta reflexión, como alicantino, he de decir que quedo cada vez más sorprendido de lo dejada de la mano de Dios que está nuestra provincia, que es como la Cenicienta del cuento y que la madrastra la ningunea e incluso no la lleva al baile.

Nuestro Akra Leuka (promontorio blanco) que creo tiene más de 2.250 años, y si algún alicantino nada ilustre como Esteban Pérez Salgado ( Caruso), José Arques Llorens ( Tolo) o Vicente Pastor de la Llosa Alfonsea ( El Chepa) levantase la cabeza y mirase a su alrededor dirían aquello que ya en el año 1986 dijo Alfonso Guerra «A España no la va a reconocer ni la madre que la parió».