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Tribuna

Bic o Patrimonio Inmaterial, ya

Si algo no ha cambiado con el paso de los siglos en el programa festero es el día y hora de la procesión de la Patrona. Al anochecer del 8 de septiembre, la Virgen de las Virtudes realiza su Paseo por el centro de la ciudad, recorriendo en su itinerario los establecimientos religiosos (ermitas, conventos e iglesias).

Con un final apoteósico con salvas de arcabucería que todavía no ha sido valorado en su justa medida. Porque habla con elocuencia sobre el origen de la fiesta de Moros y Cristianos, de la implicación de las comparsas, la antigua soldadesca, en las fiestas patronales.

La procesión de la Patrona, toda ella, con más de diez mil festeros acompañados por decenas de bandas de música, cornetas y tambores, merece tratamiento de usía. Pero el regreso de la Patrona a la iglesia arciprestal de Santiago (éxtasis de pólvora, ruedo de banderas, devoción, música y sentimiento) ofrece un cuadro que parece merecería ser formalmente destacado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

No es ninguna exageración. Que las fiestas todavía no hayan sido declaradas BIC es un dato que llama poderosamente la atención. Pero es que estamos hablando de algo que va más allá del Bien de Interés Cultural. Me refiero al reconocimiento público de una tradición centenaria que ha pasado de padres a hijos durante cinco siglos, y que en lo esencial permanece inalterable. Lo que se vive en Villena el 8 de septiembre es arqueología festera en estado puro.

Sí, es verdad que este mes se cumplen 80 años desde la bendición de la imagen realizada por el escultor Antonio Navarro Santafé, después de que durante la guerra incivil se perdiera la original. Pero la Morenica continúa siendo una seña de identidad única.

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