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El indignado burgués

Veréis que risa cuando se caiga la nube

Las redes sociales idiotizan. Vivir permanentemente preocupado por la imagen que vas a dar ante el resto del universo mundo es, además de un sinvivir, un trabajo a jornada completa, porque internet no para para que tú te bajes un ratito. Como en la naturaleza, en las redes si no se tiene actividad otro ocupa tu lugar. No es ya lo de antes, que nada era más antiguo que un periódico de ayer, es que nada es más obsoleto que un post de hace diez minutos.

Tanta competencia por el me gusta y el compartido provoca trillones de toneladas de basura que va a parar a la nube, esa gigantesca bolsa de basura en la que almacenamos fotos chorras y comunicaciones perfectamente prescindibles.

Un teatrillo en tres escenas (les juro por Snoopy que son reales y de esta misma semana)

ESCENA PRIMERAExterior noche. FACHADA OPERA DE VIENA

Chinita guapa vestida de vaporosa seda azul. Maquillada como para la boda de Victoria Beckham. Hace morritos a un fotógrafo oculto para el espectador tras una columna. Levanta una pierna. Otra. Hace volar el ruedo de su vestido. Como no se ve al fotógrafo se tiene la sensación de que ensaya una coreografía delante del espejo. Trata de abrir los ojos lo más que su raza se lo permite, que no es mucho. A cada gesto diferente pasa tras la columna para -se supone - contemplar el resultado y no le debe gustar porque hace mohines, taconea de impaciencia y repite el gesto con tenacidad. Si no es influencer sin duda le pone afición.

ESCENA SEGUNDAExterior día. ALREDEDORES DEL PALACIO SCHONBRUNNER DE VIENA

Chica joven a juzgar por sus perfiles, aunque lo mismo podría ser una mujer, que un hombre o un extraterrestre, con gafas de sol y un burka negro que no deja ni un milímetro de piel a la vista coge su teléfono móvil y se hace un selfie de cara al palacio. El misterio que sobrecoge al espectador es el fin último de la fotografía dado que podría ser intercambiada por la de cualquier bípedo con las mismas gafas de sol. Se supone que es publicidad de las propias lentes. Que no le tiren piedras es símbolo de la tradicional tolerancia vienesa con el extraño, probada en la IIGM (modo ironía On).

ESCENA TERCERAExterior día. JARDINES DEL PALACIO HELLBRUNN EN SALZBURGO

Decenas de asiáticas y asiáticos rodean a la guía que acaba de enseñarles los jardines, a la que han conocido hace diez minutos, a la que no verán más y que no ha mostrado una espacial empatía, para hacerse fotos abrazados a ella, cuál si fuera Miley Cyrus en uno de sus mejores días. El misterio sobrecoge al espectador: .¿Es posible que sea una famosa disfrazada de guía a la que sólo han reconocido los avispados adoradores del Sol Naciente? ¿Qué han visto en su expresión que al resto nos ha pasado desapercibido? ¿Hubiera válido para el caso un jardinero o un buzón de correos?

Si se creen que miento o que exagero hay gente testiga que no me dejará mentir (recuerden a Chus Lampreave: «Ya me gustaría a mi mentir, señorito, pero soy testiga y las testigas no podemos, que si no?») Han llenado la nube con tanta porquería que cualquier día estallará en confetti y lo que nos vamos a reír con los fragmentos que salten. O peor aún: imagínense una civilización del futuro que quiera reconstruir el pasado de la humanidad pegando trozos de estas escenas cotidianas. La imagen que vamos a dar a los futuros historiadores me sonroja.

Ya les digo que el internet se nos ha ido de las manos, que no es que los jovenzuelos imberbes se pasen la vida mirando su pantallita, es que les juro que he visto abuelos haciendo lo mismo. Y hasta gente razonable e inteligente de ordinario me sorprende con actitudes marcianas. A la pregunta de ¿está lloviendo?, unos amigos míos consultaron el weather channel en vez de asomarse a la ventana, que estaba a dos metros escasos. Socorro.

Ya me contarán para qué quiere la nube ser alimentada con tanto desperdicio prueba de la estulticia humana. ¿A quién le importan los rictus de la chinita, la guía de Salzburgo o las gafas de la discípula de Mahoma?. ¿De verdad alguien en su sano juicio cree que sus monerías preocupan al resto de la Humanidad?

Después de una semana de observación tengo dudas sobre si hay vida inteligente en el Planeta Tierra o no estará escondida en agujeros de gusano. Tengo claro que los preclaros cerebros que inventaron las redes sociales pensaban en usos bastante menos superficiales. O también es posible que el verdadero negocio sea convertirnos a todos en descerebrados aprendices de influencer. De momento estoy ensayando cómo pegar saltos y fruncir al mismo tiempo los labios mientras me hago un selfie, para no fracasar cuando llegue el momento. Ya les advierto que es difícil de narices.

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