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Dembélé y las doncellas de Mileto

El Barça podría amenazar a Dembélé, si insiste en suicidarse para el fútbol, con pasear su cuerpo desnudo por La Masia, como aviso para las generaciones futuras

En la inquietante película "El incidente", una extraña epidemia conduce a muchas personas al suicidio. No se trata de un ataque bioterrorista, como algunos creen. Todo es tan irracional que la única salida es el pánico. Puede que Elliot Moore, un profesor de ciencias que intenta huir de la epidemia con su esposa y la hija de un amigo, tenga razón y la causa de la terrible epidemia esté en las plantas, que están liberando productos químicos para defenderse de unos seres humanos convertidos en una amenaza para el planeta, pero eso da igual. De repente, y sin ningún sentido, alguien decide suicidarse de una forma horrible. Y nadie puede hacer nada. La idea de la película podría estar basada en una de las historias que Plutarco cuenta en su curioso tratado "La excelencia de las mujeres". En ese tratado, Plutarco habla de un inaudito y terrible padecimiento que se apoderó en una ocasión de las mujeres de Mileto, sin causa conocida. Se hacía la conjetura de que el aire, que había adquirido una mezcla venenosa capaz de provocar desórdenes mentales, les había infundido este alejamiento de la sensatez. El caso es que a todas ellas, súbitamente, les poseyó el deseo de morir y un loco impulso de ahorcarse, sin que las palabras y lágrimas de los padres ni las exhortaciones de los amigos tuvieran efecto. No sé si M. Night Shyamalan, director y guionista de "El incidente", se inspiró en esta historia de las doncellas de Mileto que cuenta Plutarco, pero parece que Ousmane Dembélé, el delantero del Barça, ha decidido suicidarse futbolísticamente a la manera de las doncellas de Mileto. El extraño caso de Dembélé no es el de otros grandes futbolistas que terminaron siendo una caricatura de sí mismos a causa de las drogas, el alcohol y otros excesos (Maradona, por ejemplo), o que vivieron una carrera llena de partidos memorables y vida cotidiana desgraciada (como Paul Gascoigne), o que fueron grandes pero pudieron haber sido enormes de no haber sido por causas perfectamente conocidas (George Best, que admitió haber gastado mucho dinero en mujeres, alcohol y coches, y el resto lo despilfarró), o que siempre supieron que se comportaron de forma poco profesional e irresponsable pero nunca les importó ("Mágico" González, un genio dormilón e impuntual). Ni la triste deriva de Maradona, ni los problemas con el alcohol de Gascoigne, ni las juergas de Best, ni la vagancia de "Mágico" se parecen a los personajes suicidas de "El incidente" o a las doncellas de Mileto dominadas por un loco impulso de ahorcarse. Dembélé, sí. No hay excesos en Dembélé. Las causas de sus tendencias fubolísticamente suicidas no están en el alcohol, ni en el lujo, ni en la droga, ni en la consideración de la siesta como una de las bellas artes, ni en el odio al cansancio físico, sino en algo tan extraño como una neurotoxina liberada por una planta mosqueada. Algo empuja a Dembélé al suicidio futbolístico, y parece que no se puede hacer nada. Si las plantas produjeron la epidemia de suicidios en "El incidente", puede que las plantas de La Masía estén provocando esta epidemia de suicidios en el Barça que llevan a grandes futbolistas a la irrelevancia (Coutinho, Dembélé, quizás Griezmann), en venganza por el daño que los grandes y carísimos fichajes están provocando en la cantera culé. El remedio contra la locura de las doncellas de Mileto fue amenazar a las que se ahorcaran con ser conducidas desnudas por el ágora, ya que no soportarían tal deshonra aunque estuvieran muertas. El Barça podría amenazar a Dembélé, si insiste en suicidarse para el fútbol, con pasear su cuerpo desnudo por La Masia, como aviso para las generaciones futuras y vergüenza eterna de un futbolista de quien ni siquiera se podrá escribir en su epitafio que fue como Maradona, Gascoigne, Best o "Mágico". Pero no serviría de nada. El único remedio para la locura autodestructiva de Dembélé es convencer a Ousmane de que la vida es más interesante que un videojuego. Suerte.

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