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El teleadicto

TVE, así no

Así no, TVE, así no. Estaban todavía en pantalla las modelos como Paris Hilton luciendo todo lo que tienen que lucir cuando irrumpió en pantalla (porque irrumpió) Ana Julia Quezada sollozando en el juicio del niño Gabriel. Habíamos pasado de Corazón al Telediario sin pestañear. ¿Qué digo sin pestañear? Sin una cortinilla, ni una carátula, ni el copyright de 2019 que certifica que un programa ha concluido. Las imágenes del Telediario entraron a saco, sin su cabecera habitual.

Ana Blanco, que viene de Vitoria de recoger su premio a toda su trayectoria, seguro que no tiene la culpa. Pero debería decirles a sus compañeros de continuidad que las cosas no se hacen así. Que vale lo de emplear el programa Corazón como señuelo, algo que se practica desde hace mucho, y otra encabalgar la crónica rosa con la crónica negra a la manera que hacía Gente hace años, comiéndose hasta la cabecera del Telediario para que no se les escapara ni uno de los espectadores.

Uno ve natural que Pedro Piqueras, por ejemplo, comente las «escalofriantes» escenas del juicio (qué pena le debió dar que cuando la madre de Gabriel declaró sin mampara, clavando la mirada en Ana Julia, no hubiese cámaras). Pero el Telediario es diferente. Y a los de continuidad no se les deben ver tanto las intenciones.

Qué rabia. Porque estaba yo con ganas de contarles mi alegría por la alta calidad de Malaka, por el virtuosismo del actor Vicente Romero, por el respeto a los distintos acentos de los habitantes, por el espléndido casting de secundarios, por la verosimilitud de los personajes de la trama, estaba yo con ganas de compartir tanto bueno de Malaka cuando pasó lo que pasó en el Telediario. Y la realidad malogró el triunfo de la ficción.

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