Uno repasa el estado del patrimonio de la ciudad más monumental de la Comunidad Valenciana -hay quien la llama la «pequeña Aranjuez»- y se le ponen los pelos como escarpias y le dan ganas de empezar a repartir estopa. Eso sí, ¡siempre con permiso del general Máximo, que es quien tiene esa potestad, la de repartir «collejones» a « to lo que se menea», aunque sean pescosones virtuales -por aquello de que es usuario habitual de las redes sociales-!. Lo que pasa es que, muchas veces -creo- le patinan las neuronas y no se acuerda de que él -el general- es el responsable de «la guarda y custodia» del patrimonio en la Muy Noble. Vamos, que no es cuestión de buscar a quien echarle la culpa del estado de los «monumentos», sobre todo si son de propiedad municipal. ¡Sólo hay que leer lo que publica la prensa canallesca, que diría Blas Piñar, para saber cómo está el patio!. De la lista que voy a hablar no es la de Schindler, ni siquiera de las que presentan los partidos políticos a las elecciones. ¡No, de esas listas no voy a hablar!. Quiero hablar -espero que no le siente mal ni a Cómodo ni a Máximo, porque no les he pedido permiso; ¡me cachis!- de la «Lista Roja del Patrimonio de la Asociación Hispania Nostra». ¡Me encomendaré a Santa Rita de Casia, abogada de los casos imposibles!.

Con respecto a Orihuela, en esa lista figuran cuatro «monumentos» que deberían estar protegidos y que, sin embargo, están olvidados de la mano de Dios -uno pertenece a la Iglesia- y de los hombres, porque son de propiedad municipal. Lo que no sé es si eso -cuidar del patrimonio- vende y es rentable políticamente. ¡Total, «en el pueblo solo hay cuatro piraos/chalaos/pringaos» que siempre están tocando los.... con el estado, calamitoso y ruinoso, de estos edificios, que nada aportan a la clase política, aunque cada cuatro años los utilizan como recurso fácil para criticar/atacar al adversario!. ¡Parece que están deseando que se caigan al suelo para quitarse, de un plumazo, «el muerto de ensima». ¿Es que no hay otra cosa de qué hablar?. ¡Si se caen, un problema menos!.

Se me ha ido el santo al cielo y no he dicho qué cuatro «monumentos» están en la «lista delatora». Uno es el Castillo, datado en el 859, en la época del conde -que no rey- Teodomiro, aunque están recuperando lo que queda de la Torre Taifal y han aparecido restos óseos (cráneo humano). El segundo es «la iglesia de San Agustín», del siglo XVIII y que destaca por su monumentalidad (es la más grande de Orihuela). El Ayuntamiento -¡que se mete en tos los charcos!- quiso permutar el templo por unos terrenos de su propiedad que utilizan los colegios de Santo Domingo y Oratorio Festivo. ¡No sé cómo está éste asunto?.

El tercero es un palacio neobarroco del siglo XIX, «el Palacio de Rubalcava», que presenta un estado deplorable. Y el cuarto, que acaba de entrar en la lista roja, es también del siglo XIX, el «complejo minero de San Antón», que tiene uno de los dos únicos hornos de aludeles de cinabrio que quedan en España (el otro está en Almadén-Ciudad Real). ¡Vale, vale, no me lapidéis!. Ya sé que desde la Esquina del Pavo se asegura que hay proyectos en marcha para recuperar ese patrimonio y sacarlos de la lista roja. ¡Pero es que yo no me creo na, aunque reconozco que las cosas de palacio van despacio, sobre todo cuando «se dejan escapar subvenciones» para recuperar «la historia» del pueblo!. ¡Apañaos estamos si es el Ayuntamiento quien tiene que velar por el estado de nuestro patrimonio, que es mucho e impresionante!. ¡Y no digo ná de los desastres que ha ocasionao la riá, por ejemplo en el Teatro Circo, la Casa Museo o La Muralla!. ¡Ilumínales, Señor!.