Si aplicásemos una encuesta a los ciudadanos de Alicante acerca de cuál es su percepción de la calidad del espacio público de la ciudad, seguro que salía la plaza de Gabriel Miró como la más hermosa y agradable del conjunto urbano. Sería una apreciación que estaría plenamente justificada por la agradable escala arquitectónica de ese espacio, por su espectacular dotación de ficus gigantes y, por supuesto, por la delicada escultura de «La Aguadora» obra del escultor Bañuls.

Si embargo, esta apreciación tan favorable se invierte cuando descendemos a la escala de los detalles de urbanización de la plaza, elementos de diseño que tienen también su papel en el paisaje de este conjunto urbano que merece estar incluido en el catálogo de protección del Patrimonio Urbano y Paisaje, si es que el Ayuntamiento decide algún día aprobar este documento que debería de ser prioritario en la política urbana y cultural de la ciudad.

La urbanización de la plaza, obra del arquitecto Juan Vidal, se encuentra en un lamentable estado. Las jardineras, con su original mosaico decorativo están hundidas o rotas como se aprecia en las imágenes recientes que acompañan a este artículo, lo mismo, ocurre con los bancos de piedra de las esquinas, o el deterioro de los escalones de acceso. La presión del turismo intensivo que gravita en la actualidad sobre el Centro Tradicional está acelerando el deterioro de la plaza que se ha convertido en una pista de ciclismo turístico, de patines sigways, o de skate que aprovechan los desniveles y escalones para lanzarse realizando toda clase de piruetas. Además, la foto turística colgándose de las raíces aéreas de los ficus se ha convertido en algo habitual ente los turistas. Afortunadamente, ha desaparecido la amenaza de llenar la plaza con terrazas, aunque no por sensibilidad municipal sino por el peligro ante posibles accidentes por el desprendimiento de ramas de los ficus.

La Asociación de Vecinos del Centro Tradicional lleva años denunciando este abandono de la plaza sin ningún resultado. A lo largo de los últimos veinte años se han ido produciendo intervenciones parciales que en lugar de proteger y mejorar la calidad de urbanización de la plaza la han degradado como conjunto, como la pavimentación o los nuevos alcorques y bordillo que se colocaron hace pocos años. Lo que necesita, y urge la plaza de Gabriel Miró, es un proyecto de rehabilitación integral que la contemple como un paisaje en todas sus escalas, y desde luego regular los usos sobre ella.

La plaza de Gabriel Miró es un emblema de la ciudad. En eso estamos de acuerdo todos los ciudadanos. Sin embargo, el estado y usos de la plaza no lo revelan. ¿Cuándo algún gobierno municipal dirigirá su mirada a la plaza y sintiéndose tocado por un momento de sensibilidad decida su rehabilitación?

Recuperar la plaza de Gabriel Miró con toda su riqueza urbana significa pensar en una ciudad que fue construida como una obra para los ciudadanos y no como un producto para el consumo turístico que es como se conciben en la actualidad los espacios públicos en nuestra ciudad.