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Metidos en campaña

Lunes

El club de la lucha

Vencí dificultosamente la tentación de zapear cuando Casado preguntó a Sánchez si volvería a pactar la investidura con Esquerra y el presidente contestó seriamente «por ser la Virgen de la Paloma, un mantón de la China te voy a regalar» sin que el moderador le advirtiera de que el debate no era un chotis. Por la mañana, había leído que hasta un 8% de los electores decidieron su voto tras el debate de las últimas elecciones y me pareció una cifra decepcionante en la era de la imagen y el tuiteo sin revisión ortográfica. La dicción cristalina, la apostura encorsetada, el atrezo juvenilmente clásico y la gestualidad mecánica que delata horas de ensayo se han impuesto a los densos contenidos, salvo que el único contenido sea ganar las elecciones para satisfacer la vanidad y alimentar a la tribu. Es inútil detenerse en las escasísimas propuestas que se elevaron fugazmente sobre un batiburrillo histérico de broncas temáticas: Franco, Cataluña, pensiones, corrupción... la historia de la nada contada por un mudo a un sordo. Entonces Rivera enarboló un ladrillo (literal) y sucumbí al zapping.

Martes

La melanina

Comienza a ser habitual que la ultraderecha acuda a los estadios para mofarse de los jugadores de raza negra. Ayer, la víctima fue Balotelli, un talentoso y extravagante futbolista que amagó con abandonar el campo, fue disuadido y marcó un vengativo gol después. El inefable Salvini ha comentado que le preocupan más los trabajadores afectados por cierto expediente de regulación de empleo que el drama de Balotelli, una declaración de prioridades que apenas oculta su desprecio. Hace cien años fue xenofobia y los alemanes eran acosados en Polonia, los húngaros en Rumania, los griegos en Turquía y los judíos en todas partes. Con ellos sí existía un matiz racista, que por otra parte es un pretexto burdo para ejercer la intolerancia: según los biólogos, el porcentaje de genes del ser humano que determina la apariencia externa (color de la piel, por ejemplo) es el 0,01%. El restante 99,99% es común a caucásicos, negros y asiáticos. Algunos científicos discrepan y creen que la capacidad intelectual sí guarda relación con la raza, pero citan el tamaño del cerebro como indicio. Como las mujeres tienen la cabeza más pequeña que los hombres, no parece un buen argumento.

Miércoles

Lo que importa

Es interesante especular acerca de qué habría ocurrido si se hubieran conocido antes del debate los datos de empleo y las previsiones de crecimiento que se han desplomado entre ayer y hoy sobre la campaña. Lo más probable es que Casado y Rivera se hubiesen abalanzado sobre un Sánchez aparentemente indefenso, aunque tal vez pertrechado con munición de fogueo como una promesa a los pensionistas que expiraría cinco minutos después del cierre de los colegios electorales. Hoy se ha presentado en RNE y el impertinente entrevistador ha osado preguntarle sobre «la crisis». Aquello ha tenido el mismo efecto que exhibir una ristra de ajos ante el conde Drácula y el presidente se ha revuelto con irritación. Entendámonos: el doctor Sánchez sabe identificar los síntomas de una crisis económica; el candidato Sánchez prefiere alardear de la cumbre climática que se celebrará en Madrid el próximo mes si llega a tiempo Greta Thunberg, la activista neoyorquina que debe cruzar el Atlántico en velero ya que no utiliza medios de transporte contaminante.

Jueves

Atrápame si puedes

Si una ministra escocesa hubiese animado a los ciudadanos a vulnerar la ley, usurpado las competencias del parlamento, desobedecido a los tribunales y huido a Barcelona, las autoridades británicas habrían reclamado su entrega y el Gobierno español atendido la petición en posición de firmes. «Se te pesa en la balanza y te falta algo», fueron las palabras de Churchill en circunstancias más graves desde luego pero que casan con el nuevo bofetón propinado a nuestra menguante autoestima. Los tribunales británicos se escudan en la desproporción entre los hechos de los que se acusa a la prófuga Ponsatí y la dureza de su eventual castigo. Aunque esto no incumbe a los británicos y es completamente ajeno al proceso de extradición, nuestro Tribunal Supremo les ha ofrecido coartada: ¿Cómo castigar con doce años de cárcel «una ensoñación»? Todo cuanto rodea al problema catalán es ya la caricatura de un esperpento garabateada por un niño. Algunos de los nombres en clave que utilizaban los golpistas confirman la mamarrachada: Puigdemont era «Lisa», la casquivana niña de los Simpson, y Torra «Gandalf», el mago de El señor de los anillos. Supongo que Pilar Rahola será «la Pantoja». Casi entiendo a los británicos.

Viernes

El invierno de nuestro descontento

Y ustedes disculpen por involucrar a Shakespeare en las tribulaciones de la democracia española, pero ocurre que la llegada del frío coincide con una repetición electoral completamente inútil que prorrogará el bloqueo salvo que PSOE y PP por fin pacten algo más sustancioso que el reparto de la Mesa del Congreso. Mientras seguía el debate entre candidatas, pensé que el acuerdo sería más probable si dependiera de ellas. Aunque hablaron mucho cumpliendo escrupulosamente con el estereotipo, al menos se apreciaba un propósito constructivo por encima de los rifirrafes protocolarios. El contraste con la riña tabernaria de los compañeros varones me produjo vergüenza de género y alguna nostalgia de aquella época en que las mujeres mandaban como ahora pero no necesitaban ir a televisión para demostrarlo. Incluso un paradigma de los convencionalismos anacrónicos como Vox estuvo representado por una mortífera señora que convierte al macho Abascal en un serafín barbudo. En Barcelona también aparecieron otras tigresas: el director de TV3 y moderador del debate fue descuartizado en directo por las candidatas de PP y Ciudadanos. No dejaron ni el lazo amarillo.

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