La evolución de una sociedad parte siempre desde una buena construcción desde abajo, desde donde nuestros jóvenes aprenden cómo llegar a un amplio ámbito de asumir responsabilidades cuando llegue su momento.

Pero para ello no solamente hace falta que los jóvenes y menos jóvenes aprendan cómo realizar correctamente el trabajo que deben llevar a cabo, sino que tengan también un reflejo de referencia en un espejo donde poder mirarse, una ascendencia de aquellas personas que representan símbolos para ser copiados en el desenvolvimiento de la actividad profesional de cada uno de nosotros. Se trata de poder disponer de una referencia a la que acudir cuando se duda acerca de cómo se deben hacer bien las cosas, de cómo se deben afrontar los problemas y de cómo se pueden encontrar soluciones. Porque saber estas respuestas es lo más difícil en el desarrollo personal y colectivo en una sociedad. No hay nada tan importante como el saber cuál es la respuesta a esa decisión que hay que tomar, pero no cuál es la que puede darse, sino la mejor que debemos dar. No se trata de elegir una, sino de elegir la mejor. La que nos va a hacer avanzar y no detenernos o retroceder en nuestro camino.

Las épocas donde ha resultado sumamente difícil en la sociedades que la juventud pueda ir avanzando, e ir asumiendo su rol en la propia sociedad, es cuando ha existido una crisis, o carencia, de personas que actúan como referentes en donde los demás pueden mirarse y copiar para saber cómo tienen que ser desarrollar su actividad en la sociedad. Y es que no se trata solo de aprender la técnica o la teoría para poder hacer bien la actividad de cada uno, la profesional, la que se desenvuelve en la administración, o la actividad política, sino que para que esos aprendizajes puedan llevarse a la práctica en positivo tiene que haber personas en las que se puedan mirar todos los ciudadanos, jóvenes y menos jóvenes, para poder llevar a cabo, luego, la teoría que se ha aprendido.

Por ello, la necesidad de tener auténticos referentes en las sociedades en la vida actual supone, de esta manera, una auténtica gasolina para todos los que asumen su responsabilidades en las distintas facetas de la vida. Pero cuando hay ausencia de estos referentes, bien porque no existen en el número adecuado, o bien porque los que deberían asumir y desempeñar la función de referentes no cumplen realmente su papel, sino todo lo contrario, ya que asumen un papel de contra referente, o de lastre, se producen parones en todos los terrenos de la sociedad, porque sus componentes no saben cómo actuar correctamente, no conocen cuál es el patrón de conducta apropiado, ni el adecuado. Y es entonces cuando la ausencia de espejo donde mirarse provoca, por un lado, que no se pueda conseguir ese avance en aquellas metas que necesita una sociedad, y, por otra, la lentitud en esos avances y una paralización que provoca las crisis en la sociedades.

Otra cuestión importante en este tema es la relativa a quien se le puede dar, o atribuir, la categoría de referente, porque algunas personas se postulan para estar en esa línea de salida de ese referente, pero, realmente, no tienen ese carácter, bien por ausencia de carisma, bien por ausencia de conocimientos y actitudes, así como actitudes, para poder cumplir el papel de referente. Ser el referente en una sociedad no se consigue simplemente por atribuirse una persona ese papel, no se elige el cargo y te lo dan, o no, sino que ser referente es algo que se acaba consiguiendo por una persona por la forma de desenvolverse en su actividad profesional, política, o personal. Y cuando esto se consigue y se alcanza esa autoridad moral es asumida su función de referente por el resto de la sociedad, al ser reconocida esa autoritas y potestas para poder erigirse en esa función tan importante dentro de una sociedad. Porque hay personas que luchan y se postulan para hacerlo, pero sin la posibilidad de que los ciudadanos les elijan en esa función, o en ese rol. Porque ya hemos dicho que ese poder, ese don que sirve de espejo no te lo da nadie, no se te concede, no se regala, sino que se lo gana cada uno día a día. Y porque no se trata de querer serlo. Se trata de poder serlo, y que la ciudadanía pueda percibir en su entorno si tiene referentes, o si no los tiene. El problema es cuando no hay mucho donde elegir y la carencia de estos provoca que los que se auto instituyan para serlo no tengan categoría alguna para serlo.