Hoy lunes, 25 de noviembre es una fecha que nos gustaría poder desterrar del calendario por innecesaria, por superada, pero lamentablemente es todo lo contrario. La tremenda realidad de la violencia de género en España nos pone de manifiesto, de una manera contundente y trágica, que es una fecha imprescindible. Lo es para poder mantener el recuerdo de las víctimas, el pulso social contra esta lacra y la sensibilidad que promueva las políticas de prevención y erradicación contra ella. La realidad arroja una fría estadística: 51 mujeres asesinadas en España por violencia machista en lo que llevamos de año, y 1.026 desde que hay registros en 2003, una cifra superior a las víctimas que causó la banda terrorista ETA en sus 43 años de actividad. Según los datos que maneja el INE, tenemos actualmente más de 31.000 mujeres en nuestro país registradas oficialmente como víctimas de violencia de género, y solamente este año la Fiscalía del Estado cuenta con 170.000 denuncias de este tipo. Es, sin duda, una realidad que nos debe avergonzar como sociedad e indignar como ciudadanos. Sin embargo, es preocupante que sociológicamente no se encuentre entre los asuntos de mayor preocupación de los españoles. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas de octubre pasado, tan sólo el 4% de los españoles coloca la violencia de género entre las tres principales preocupaciones. Entre todos, pero especialmente los poderes públicos, debemos hacer un esfuerzo para cambiar esa realidad, máxime ahora que ha irrumpido el negacionismo de la mano de la ultraderecha, porque la violencia de género es un problema medular en nuestro modelo de convivencia, y es una circunstancia dramática y traumática en el seno de las relaciones familiares y personales. No podemos mirar hacia otro lado, ni convertir la violencia machista en algo tan habitual que haga que normalicemos su presencia en la sociedad. No podemos permitirnos ser inmunes o pasivos frente a este drama, porque si lo fuéramos estaríamos fracasando como sociedad y como individuos y será un injusto legado el que dejemos a nuestras hijas y nietas. Además, no podemos pasar por alto que ya está empezando a sonar la señal de alarma que nos debe poner en alerta: emergen grupos sociales y formaciones políticas que banalizan sin pudor la violencia machista. Circunstancia grave que pone ante nosotros una lamentable realidad: el fracaso de la pedagogía social en la construcción de una conciencia social construida en torno al valor de la necesaria igualdad entre hombres y mujeres. Expresiones que califican la lucha contra la violencia machista como «campaña propagandística que criminaliza al varón», o «herramienta ideológica que enfrenta a hombres y mujeres», son ejemplos de la peligrosa banalización que promueven grupos sociales y políticos que muestran una inadmisible tolerancia con esta lacra social. Sin ir más lejos, la portavoz de la ONU-Mujeres para América Latina, María Noel Baeza, alertaba hace solo unos días sobre el discurso negacionista de la ultraderecha en torno a la violencia de género y del peligro social que ello conlleva, y dejaba un mensaje nítido y preciso. «Yo les diría a estos políticos que dicen que la violencia de género no existe que miren a sus mujeres y a sus hijas; que hablen con ellas porque el acoso callejero, el acoso en la universidad que puede acabar en violación y la discriminación son diarios, día a día lo sufren todo esto las mujeres. Estoy segura de que si se sientan a escucharlas, van a cambiar de opinión». No nos dejemos engañar ni caigamos en el error de banalizar un drama como éste. Se lo debemos a los 273 menores que han quedado huérfanos en España por violencia machista desde que hay registro de este dato en 2013. Pero, sobre todo, se lo debemos a las propias víctimas, a su memoria y a su dignidad. A todas ellas y, en especial, nuestro más emocionado recuerdo en un día como el de hoy, a Mª Asunción Pérez Ibarra, la ilicitana de 47 años asesinada el pasado 13 de julio en Elche a manos de su pareja. Su ejemplo no debe caer en el olvido y debe servirnos para que nadie tenga dudas sobre lo que supone el machismo criminal y para fortalecer nuestra política de lucha contra la violencia machista. No podemos dar ni un paso atrás en esta lucha.