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Valverde en una tienda coreana

El artista pop Andy Warhol realizó ocho serigrafías de la foto de una copia dieciochesca de "La última cena" de Leonardo Da Vinci que había comprado en una tienda coreana de artículos religiosos de Nueva York. Tratándose de Warhol, se pueden imaginar el resultado. La multiplicación de la imagen de la foto de una copia de un conocidísimo original no hizo perder valor a la obra. La moraleja futbolística de esta anécdota artística es que no importa que los Barças de Valverde sean serigrafías de la foto de la copia luisenriquesca del famosísismo equipo original que construyó Guardiola y que ganó todo lo ganable porque, del mismo modo que una imagen-icono no necesita ser original para convertirse en un fetiche y ejercer un irresistible poder de atracción en el público, el Barça que jugó en Leganés no necesita ser el Barça original que deslumbró al mundo para convertirse en un fetiche. En términos artísticos, y con todo el respeto del mundo, Butarque es el equivalente de la tienda coreana de artículos religiosos en la que Warhol compró una copia de "La última cena". El resultado final, en términos futbolísticos, fue una victoria que significa tres puntos. Tres puntos es lo que vale el original de Da Vinci y tres puntos es lo que vale una serigrafía de la foto de una copia de una obra de Da Vinci. El arte del fútbol es así. Ahora bien, si hablamos de fútbol, es decir, de juego, de ocasiones, de claridad de ideas, de saber de qué va esto de ser el Fútbol Club Barcelona y de todas esas cosas que nada tienen que ver con el resultado final del partido en Butarque, entonces no hay que hablar de Warhol, ni de Da Vinci, ni de tres puntos, sino de vacío y horror. Esta serigrafía de la foto de una copia del original culé que todos tenemos en la cabeza es capaz de ganar partidos sin jugar al fútbol, a balón parado y de rebote. Bien por los tres puntos. Mal por todo lo demás. Mal en la proa y en la popa. Mal a babor y a estribor. Mal en el norte, en el sur, en el este y en el oeste. Sin noticias de un Griezmann que se empeña en ser Grisman, el hombre gris. Está bien que el Barça juegue mal algún partido y gane, pero eso no va a pasar siempre y esta semana nos esperan el Borussia Dortmund y el Atlético de Madrid, dos equipos que exigirán que el Barça se presente en el terreno de juego como algo más que una prestigiosa serigrafía de la foto de una copia de un original de Da Vinci. Dicho de otra forma, Valverde tiene que dejar de visitar tiendas coreanas de artículos religiosos en Nueva York y darse una vuelta por el refectorio del convento dominico de Santa María delle Grazie, en Milán.

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