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La U. A. Esparta nunca caminará sola

Sobre los equipos construidos a golpe de talonario

Imagine que es usted un megamultimillonario que decide gastar una parte de su fortuna no en ayudas a la investigación científica, en dotar a los hospitales de Uganda con los últimos adelantos médicos y en formar a espléndidos médicos ugandeses, sino en crear de la nada un equipo de fútbol maravilloso.

Imagine que su decisión no le provoca profundas arcadas morales, sino que ve su aventura futbolística como un experimento que demostrará que se puede ganar la Liga de Campeones con un equipo sin tradición, afición ni metafísica pero con mucho, mucho, mucho, mucho dinero.

Imagine que nada ni nadie se le resiste, y que puede fichar para su equipo a cualquier futbolista y cualquier entrenador (por favor, que no sea Mourinho), y que incluso puede elegir la ciudad en la que jugará como local y hasta construir el estadio más moderno y glamuroso del mundo.

Imagine que, por puro romanticismo histórico, decide fundar su equipo en la actual Esparta, una ciudad griega que nada tiene que ver con la Esparta de Leónidas pero que conserva el poder del nombre, de la historia y del mito.

Imagine que compra la Unión Atlética de Esparta, que juega en la cuarta categoría del fútbol griego, y empieza a fichar futbolistas a golpe de talonario. En una temporada, la Unión Atlética de Esparta es campeón de Grecia. En dos temporadas, campeón de Europa. En tres temporadas, campeón del Mundial de Clubes. Sigamos imaginando. ¿Esta Unión Atlética de Esparta será un equipo sin alma después de ganarlo todo?

Supongamos que un falsificador de enorme talento copia "Las meninas" de Velázquez de tal manera que es imposible, excepto para un experto en la obra de Velázquez, distinguir el original de la copia. ¿Qué valor tendría esa copia perfecta? Un espectador que viera esa obra colgada del Museo del Prado la admiraría como si fuera una obra de Velázquez, pero si le dijéramos que no es más que una copia chasquearía la lengua y seguiría su camino en el Museo en busca del original o, más bien, del cuadro que los expertos dicen que es el original.

¿Qué valor tendría un equipo de fútbol que copie exactamente al actual Liverpool, por ejemplo? ¿Qué pasaría si usted, el megamultimillonario con ganas de construir un gran equipo de fútbol, compra a todos los jugadores y técnicos del Liverpool, construye un estadio en Esparta que es una réplica perfecta de Anfield y paga a todos los socios del Liverpool para que viajen cada dos semanas a Esparta y animen a la Unión Atlética de Esparta cantando "You'll Never Walk Alone" en griego antes de cada partido? ¿La copia espartana del Liverpool tendría el mismo valor que una copia perfecta de un cuadro de Velázquez? Una copia exacta de "Las meninas" podría sustituir en el Museo del Prado al original de Velázquez sin que los visitantes del Museo nos enteráramos? ¿Podría una copia exacta del Liverpool sustituir al Liverpool original sin que el corazón futbolero se diera cuenta?

Si una copia genial de "Las meninas" es indistinguible del original para los que visitamos el Museo del Prado, ¿no será que el embrujo del original se reduce a un puro fetichismo o, tal vez, esnobismo? Si una copia perfecta del Liverpool pagada por un megamultimillonario es indistinguible del original forjado por los mitos de Bill Shankly, Bob Paisley o Kenny Dalglish, ¿no será que los futboleros somos unos fetichistas o, lo que es peor, unos puñeteros esnobs que miraríamos por encima del hombro a la Unión Atlética de Esparta?

Puede tomarse todo el tiempo que necesite para responder a estas preguntas, pero es posible que la próxima vez que visite el Museo del Prado y se pare delante de "Las meninas" se plantee si de verdad está delante de la familia de Felipe IV.

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