La profunda y creciente frustración que generan las desigualdades» este es el hilo conductor, el denominador común de la oleada de manifestaciones que se están produciendo en numerosos países. La ciudadanía toma las calles por muy diferentes motivos: el coste del billete de tren, el precio del petróleo o reclamaciones políticas. Para entender cómo se debe abordar el desasosiego actual es necesario mirar «más allá del ingreso, más allá de los promedios y más allá del presente» eso es lo que propone el último Informe sobre Desarrollo Humano 2019 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Más allá de las desigualdades económicas, que a nivel mundial se han reducido en los niveles de vida básicos, «el verdadero protagonista de esta historia es el poder. el poder de unos pocos, la falta de poder de muchos y el poder colectivo de la ciudadanía para exigir un cambio», este es el novedoso enfoque de éste año, mas allá de las desigualdades económicas. La ONU observa también que las capacidades que necesitan las personas para competir en el futuro inmediato han evolucionado, se ha abierto una nueva brecha en la educación superior, y el acceso a la banda ancha cruciales hoy para competir y hacerse un hueco en la sociedad. «El cambio climático, la desigualdad de género y los conflictos violentos siguen provocando y consolidando las desigualdades básicas y otras nuevas que van surgiendo». Si no somos capaces de abordar estos desafíos «las desigualdades se profundizarán y se consolidará el poder y el dominio político en manos de unos pocos».

La celebración en Madrid de las jornadas sobre el cambio climático ha mostrado sobradamente la influencia que este factor tiene en el aumento de las desigualdades, en particular sobre las mujeres. Los conflictos violentos y las guerras son un factor clásico que se ha subrayado muchas veces; el tercero y no menos importante es la desigualdad de género: el informe de la PNUD publica unos índices desigualdad de género por países en el que España se sitúa en el decimoquinto lugar, delante de Luxemburgo y por detrás de Austria. Tan solo cinco países de la Unión Europea (Suecia, Holanda, Dinamarca, Finlandia y Bélgica) tienen unos índices de desigualdad de género inferiores a España. Suiza es donde hay menor desigualdad del mundo, seguida de Suecia en segundo lugar.

El índice de desigualdad de género es la combinación de cinco indicadores. Primero tiene en cuenta la mortalidad materna por cada 100.000 nacimientos: en España es de 5 fallecidas, y en Suecia de 4. El segundo indicador son los nacidos por cada 1000 mujeres adolescentes (15-19 años); en España es de 7,7, mientras que en Suecia son 5,1 los nacidos de madres adolescentes. La proporción de diputadas en el Parlamento es el tercer factor: en España fue de 38,6 por cien escaños en 2018, mientras que en Suecia fue del 46,1, es el más alto del mundo. El siguiente indicador compara porcentaje de hombres con estudios secundarios: en España es del 78,4% con el de mujeres qué es del 73,3; en Suecia las proporciones respectivas son del 89 y el 88,8. Proporciones casi idénticas en ambos sexos muy superiores a las de España. El quinto indicador general de desigualdad de género es la tasa de actividad por sexo: en España trabajan el 63,4% de los hombres, - 51,7 % de las mujeres; mientras que en Suecia las proporciones de población activa son del 67,6 y 61,1 % respectivamente.

La violencia de género no está tipificada como tal en el mundo, ni en la mayoría de los países europeos, todavía, aunque el Consejo ya ratificó el Convenio de Estambul sobre «prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica» aunque muchos estados no lo hayan llevado a su legislación todavía. Sería un indicador a introducir por el PNUD. Los países nórdicos- Dinamarca, Finlandia, Holanda, o Suecia-, tan modélicos en otros aspectos, eran los que más padecían la violencia de género, según la macroencuesta de 2010 de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA). En contra de lo que pueda parecer, por las noticias últimas, en esto España es ejemplar. En la Unión los datos de violencia de genero se enmascaran en el conjunto de los actos violentos.

Las desigualdades no son solo económicas, también de poder, el cambio climático, la desigualdad de género, y las guerras están en el origen de las desigualdades básicas.