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Mariola Sabuco

Opinión: "I-lu-mi-na-dos", por Mariola Sabuco

Alicante es noticia nacional. Para mal. La incapacidad de la que ha hecho gala el equipo de gobierno alicantino para instalar unas luces de Navidad que son impropias de una capital de provincia nos ha convertido en el hazmerreír del país. A todos. El Ayuntamiento de Alicante, en su ensimismamiento, olvida que sus malas acciones repercuten en toda la provincia. Es la capital, para bien y para mal. En estas circunstancias, sería exigible que los gobernantes alicantinos (PP y Ciudadanos en esta ocasión) se dieran cuenta de una vez por todas de que están al frente de una ciudad turística y tienen una responsabilidad para con toda la provincia.

Desde ayer, el cúmulo de incompetencia de los concejales de Fiestas, Contratación y Comercio de Alicante (todos ellos del PP) nos ha dejado a todos los que vivimos en la provincia como unos cutres y unos paletos. Además, en Vigo y Málaga deben pensar que hasta somos tontos. Estas ciudades han sabido convertir en un rentable negocio la Navidad. Invierten ambas unos 800.000 euros en un singular alumbrado que provoca que en el primer fin de semana que lo encienden hayan recuperado lo invertido por las multitudinarias visitas. Cuando llega Reyes, el sector turístico de estas ciudades se puede encontrar con que el negocio que se mueve es de 250 veces lo invertido por su ayuntamiento. Aquí, el Ayuntamiento de Alicante invierte unos míseros 230.000 euros para instalar unas ridículas luces, tarde y mal, con las que deteriora la imagen de la ciudad y de la provincia en España.

Las luces de Navidad de Alicante llegan a los informativos nacionales

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El problema es que no es la primera vez. Son reincidentes. Ocurrió con el tripartito de izquierdas del alcalde Gabriel Echávarri y es imperdonable que se haya repetido con el alcalde del PP Luis Barcala, quien debería haber aprendido la lección que pregonó desde la oposición. Queramos o no, la Navidad es un negocio. Y este año, Alicante se va a quedar fuera de juego, porque actúa como una capital pueblerina. Aquí, lamentablemente, no tenemos visionarios; tenemos que conformarnos con una capital muy mal iluminada por unos responsables poco i-lu-mi-na-dos.

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