Bajo el título de Defensa de la Libertad de Elección de Lengua el alcalde de Callosa de Segura, Manuel Martínez Sirvent, ha enviado una carta al resto de Corporaciones Municipales de la Vega Baja. Su intención, antes de las Navidades, es la de formar una mesa de trabajo conjunta alrededor de la cual tengan cabida AMPAS, instituciones, colectivos y centros educativos y cuyo único punto a debatir sea la Ley 4/2018 que regula y promueve el plurilingüismo en el sistema educativo valenciano. Su finalidad es trasladar a la Conselleria de Educación en València las preocupaciones de nuestra comarca de la Vega Baja a nuestros gobernantes autonómicos para que adapten la ley a la singularidad de cada zona. Es decir, eliminar la obligatoriedad del valenciano en nuestra comarca. El señor Martínez también pretende dejar fuera de esta reunión la política, el partidismo y el tratar de sacar rédito electoral de este tema tan preocupante. Si lo consigue espero que nos desvele el secreto de su éxito, más cuando política es todo cuanto nos rodea y todo lo que nos rodea es política y más si cabe cuando eres un político.

Pasadas las Navidades en Orihuela, también en la Vega Baja, la Federación Provincial de Asociaciones de Padres y Madres Gabriel Miró espera reunir a buena parte de la comarca en una manifestación donde se pedirá el derecho a elegir la lengua vehicular de las familias en el proceso de aprendizaje de sus hijos e hijas. Algunos Ayuntamientos importantes, como el de Torrevieja, ya han manifestado su deseo de asistir a esta convocatoria.

Enhorabuena Conseller de Educación, señor Marzà. En apenas tres meses ha conseguido usted lo que no se consiguió en cuatro años, desde el 2012 al 2016, y tras más de una veintena de manifestaciones contra los recortes de la LOMCE y sus defensores, Font de Mora y la señora Català. Usted ha conseguido que la Comunidad Educativa de toda una gran comarca, como es la Vega Baja, se una para expresar su malestar ante lo que consideran un acto caprichoso, innecesario e injusto como es el de la imposición de una lengua, el valenciano, en nuestra comarca castellano-hablante. Y ahora estamos donde jamás deberíamos haber llegado. Ha conseguido demonizar, al sur de su comunidad, un bien patrimonial y cultural como es la lengua valenciana. Y como todos los demonios, tiene cada vez más enemigos y detractores. Solo mentar su nombre: «Valenciano», genera más y más repulsa y más y más rechazo.

No culpo, usted nació en democracia, no le tocó vivir aquella escuela en la que se defendía la creencia de «la letra con sangre entra». La escuela donde los alumnos, al más puro estilo militar, formaban en el patio por filas y edades. La misma escuela donde los reglazos, tirones del pelo o de las orejas, poner de rodillas con los brazos en cruz, y los pescozones tortazos y, coscorrones eran frecuentes como metodología educativa. Educación necesaria para imponer la intransigencia, la intolerancia y la falta de libertad de una dictadura. La escuela donde la palabra del maestro era ley. Una escuela que lo único que generaba era miedo, más que miedo terror y que junto a matemáticas y lengua había otra materia que tenía la misión de adoctrinar: la conocida como Formación del Espíritu Nacional. Después los que «sobrevivimos» a la escuela y seguimos enseñándonos, ya en una joven y trastabillante democracia, supimos lo que no queríamos para nosotros y por supuesto para nuestros hijos. Créame, de imposiciones, de adoctrinamiento, de intolerancia y de «cuando seas padre comerás huevos» sabemos mucho, más de lo que nos gustaría. Sí lo culpo de haber olvidado con tanta facilidad las enseñanzas de sus maestros, aquellos que le enseñaron a votar para elegir delegados o para fechar exámenes. Lo culpo de dejar de lado las enseñanzas de aquellas maestras que le «adoctrinaron» en tolerancia, en comprensión, en responsabilidad, en respeto a las leyes, en honestidad y en libertad. Enseñanzas que usted, una vez llegado al poder, parece haber olvidado por completo. De eso sí le culpo.

No sé de quién es la cita, pero se dice que «el nacionalismo se cura viajando». Viaje usted, señor Marzà. Al viajar, solo se lleva una maleta; el idioma, las costumbres, la casa, el pueblo o ciudad, la comarca y la comunidad se dejan. Haga caso a Isabel Allende cuando decía: «La humanidad debe vivir en un mundo unido, donde se mezclen las razas, lenguas, costumbres y sueños de todos los hombres. El nacionalismo repugna la razón. En nada beneficia a los pueblos. Solo sirve para que en su nombre se cometan los peores abusos». Viaje usted señor Conseller. Su visita a la Vega Baja hace unos días le sentó bien; probablemente no hablaba ni escuchaba castellano durante tanto tiempo, y eso es bueno, muy bueno. ¡Ah!, podría invitar a nuestro presidente Ximo Puig, sería bueno que también le diera el fresco.