Hola alicantinos. Soy Florentino de Elizaicin y España. Pero me podéis llamar Florentino. Ya sé, ya sé. No tenéis idea.

Pues os diré que fui Alcalde de Alicante en 1930 -anteayer- y que dirigí mi propio diario, El Correo. También fui Presidente de la Asociación de la Prensa de Alicante, lo que me enorgullece especialmente. Y milité inicialmente en el partido conservador, aunque me desligué a causa de la censura de prensa y acabé en el Partido Republicano Progresista de Alcalá Zamora.

Por cierto, también soy tatarabuelo del que escribe estas líneas, pero eso es completamente accesorio.

Pues resulta que los domingos nos reunimos aquí arriba antiguos alicantinos, en un garito que se llama "El Parnasillo". Y comentamos la actualidad y los problemas que vais sufriendo allá abajo que, creedme, desde aquí se ven con bastante perspectiva.

Precisamente este domingo he coincidido con un sujeto muy peculiar, y muy querido por los alicantinos, un tal Caruso. Cierto que yo no lo conocí, pero me ha cantado el Nesum Dorma como si acá arriba no hubiera vecinos. Luego nos hemos tomado unos cantuesos y hemos charlado un buen rato:

—Yo estoy preocupado, amigo Caruso.

—Comprendo ¿El Hércules? ¿El deterioro de la fuente de Luceros? ¿La nueva sede de la oficina de correos?

—Eso también, amigo mío. Pero ahora estoy obsesionado con ¡¡¡LOS PACTOS!!!

—¿Los pact0s?

—Sí, los dichosos pactos. Porque estos españolitos de ahora se creen que eso de los pactos es un invento reciente. Pero eso es más antiguo que el hilo negro. En mis tiempos pactábamos tanto que hasta alternábamos los cargos. Con eso te lo digo todo.

—Es que en aquellos tiempos había otra cultura, otra fooooormaaaa de seeeer

—Caruso, pare usted, que sus cánticos nos van a buscar la ruina.

—Usted perdone, don Floren.

—Lo que sucede ahora es que los políticos siguen dando clases aceleradas de lo que es anteponer personalismos e intereses de partido a los intereses generales. Una negociación centrada en sillones, no en ideas ni programas.

—A mí me ha llegado que los socialistas están empeñados en pactar con partidos que han declarado que persiguen la inestabilidad de un gobierno, que prefieren a un líder derrotado y que confiesan abiertamente querer fragmentar España. Pero claro, yo no me lo he creído, es demasiado surrealista hasta paaaaaraaaaa miiiiiiiiiii.

—Pues no va usted desencaminado, Caruso. Pero yo propongo otro pacto.

—Veamos, don Floren.

—Busquemos a un tipo que genere unanimidad. Un hombre (o mujer, que si no me pelan las feministas) bueno, desprendido, que no necesite aferrarse a un cargo para llevar un plato de lentejas —o de caviar— a la mesa de su familia.

—Vaya, don Floren. Eliminamos al 88% de los políticos.

—Que en su vida haya demostrado capacidades en algo más que apretar un botón, pegar un cartel o levantar la mano siguiendo las instrucciones del líder del partido correspondiente.

—Del 12% restante se nos cae el 11%

—Que pueda ir con la cabeza bien alta por la vida: Que la Ejemplaridad sea una de sus características.

—No me queda ni uno, don Floren.

—Un tipo admirado por todos: nacionalistas, centralistas, españolistas, autonomistas o localistas.

—Estamos ya en cuenta negativa. Sencillamente, no lo encuentro.

—Alguien capaz de aglutinar vascos, gallegos, valencianos, ceutís, barceloneses, madrileños, bilbaínos€

—Ese sujeto no existe, es así de fácil, don Florentino.

—Pues yo lo tengo. Existe. Y es la única persona que suscita unanimidad en este país.

—¿De verdad? ¿Ramón y Cajal? ¿Pío Baroja? ¿Cervantes? ¿El Lazarillo de Tormes? ¿Almodóvar?

—No, amigo mío. Se llama Rafael Nadal. Y es el único español que conozco que concite apoyo unánime.

—Es cierto, don Floren. ¡¡¡"Nadal for President"!!!!