Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mariola Sabuco

¡Cuán largo me lo fiáis!

El Debate sobre el Estado de la Ciudad no fue más que una cortina de humo para tratar de ocultar un hecho trascendental. El equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Alicante (PP y Ciudadanos) no ha sido capaz de elaborar y aprobar dentro de este año los presupuestos para 2020. Así, mientras Elche aprobaba ayer sus cuentas para disponer de dinero y empezar a invertir en el primer trimestre del próximo año, en Alicante se entretenían durante casi tres horas y media en hablar sobre cómo está el término municipal, pese a que apenas hace seis meses que los ediles tomaron posesión de su cargo, el pasado junio.

Un debate de las características del celebrado en el Salón de Plenos alicantino ha perdido sentido porque falta autocrítica en los grupos políticos, falta generosidad a la hora de reconocer los aciertos del otro, falta modestia en la valoración de la gestión propia y falta, sobre todo, sinceridad. Además, el término «estado» no parece el más adecuado a estas alturas para analizar las debilidades, fortalezas y proyectos de futuro deseables para una ciudad. La palabra en cuestión suele asimilarse a la materia, aunque hay que reconocer que, ayer, en Alicante, las propuestas fueron gaseosas y los políticos locales se escurrieron como los líquidos, por lo que no hubo manera de plasmar algo sólido.

El alcalde, Luis Barcala (PP), quien en su planteamiento de apertura la expresión que más repitió fue «Vamos a...», cerró el debate asegurando que tiene un plan para Alicante 2020-2030. Una pena que cual Sancho a Don Quijote lo fíe para tan largo, sin explicar el porqué su plan no es 2020-2023, que es cuando acaba su actual mandato. Quizá tenga alguna certeza, que al resto se le escapa, de que seguirá al frente del gobierno alicantino en tan lejanas fechas. En cualquier caso, hubiera sido deseable que concretara qué hará durante los próximos tres años, pero no lo tuvo a bien.

Y lo más importante, de dónde sacará la ingente cantidad de dinero que se necesita para llevar a término sus buenos propósitos. Entre ellos, que se acometa la estación intermodal subterránea como algo innegociable. Una pena que en 2013, el PP, con Barcala en el gobierno municipal, no presionara como lo hizo Murcia para que el tren de alta velocidad de Madrid llegara a una estación subterránea propia de una capital de provincia como correspondía y no lo que Alicante tiene ahora y no mejorará antes de 2024, en el caso más favorable. Otro proyecto importante para la ciudad lanzado a los vaivenes del tiempo futuro.

Entre tópicos, inexactitudes, imprecisiones interesadas, descuidos verbales y alguna verdad fue discurriendo un pleno en el que se puso de manifiesto que el equipo de gobierno del PP y Cs ha sido capaz de poner en alguna fase del proceso de contratación -el 30% según el popular Barcala, el 20% según el portavoz de Compromís, Natxo Bellido- de las inversiones en cinco barrios financiadas por Europa.

También se puso de manifiesto que las cosas no son perfectas entre «el matrimonio de conveniencia con bendición del hijo adoptivo de la ultraderecha (por Vox)», como calificó al bipartito de PP y Cs el portavoz de Podemos, Xavier López. «Todos sabemos las puñaladas que lleva el señor Manresa (edil de Cultura de Ciudadanos) a la espalda», señaló el portavoz del PSOE, Francesc Sanguino. «El alcalde siempre anda enredando a Manresa para que sus concejales sigan mandando. Espabile Manresa, su enemigo no está en València, lo tiene más cerca», añadió Bellido.

En Ciudadanos no solo el concejal Antonio Manresa sufre las zancadillas del PP en la cohabitación municipal. «Dejaron fuera de la mesa sobre la zona acústicamente saturada para el Centro Tradicional, tras la sentencia, al propio concejal de Urbanismo», dijo el socialista Sanguino en referencia al edil Adrián Santos Pérez.

Estas no fueron las únicas cuestiones alejadas de las que podrían ser objeto de un debate sobre la ciudad serio. Sus señorías o no tienen los conceptos claros o no quieren tenerlos en esta cuestión. Así, la vicealcaldesa, María Carmen Sánchez (Cs), pareció confundir el estado de la ciudad con el estado de las concejalías que gestiona su partido, con especial hincapié en Turismo, que ella lleva personalmente. Fue tal su minuciosidad que puso en conocimiento de la audiencia que ha instalado nuevas duchas en Tabarca.

A la vicealcaldesa se le valora desde la oposición sin que se sepa cuánto hay de verdad y cuánto de impostura para fastidiar al alcalde. «Agradezco su tono frente al tono adusto y bronco del señor alcalde», dijo Sanguino (PSOE). «Me ha gustado su intervención. No sabía en qué estaba, pero ha habido cosas interesantes», consideró Bellido (Compromís). «La señora Sánchez ha demostrado valentía al intervenir, mientras Barcala se esconde detrás de María Carmen de España (edil del PP)», disparó Xavier López.

El avispado portavoz de Podemos puso ayer el dedo en dos llagas. La primera al dejar entrever lo que maliciosamente se comenta por los pasillos del Ayuntamiento: que lo que el alcalde no quiere decir por su boca, hace que lo diga la portavoz del PP, María Carmen de España. La edil leyó un discurso bronco y agresivo en el que reiteradamente recordó que el exalcalde socialista Gabriel Echávarri ha sido «el único alcalde condenado» y que Víctor Domínguez, concejal de Limpieza de Guanyar en el anterior mandato, dimitió «por beneficiar a un amigo con contratos menores en el compostaje». De España echó en sus argumentos mano del refranero para desacreditar a la oposición «consejos vendo que para mí no tengo», «ven la paja en el ojo ajeno...» y concluyó, en dirección a Bellido, que «de su gestión quedan 600 fotos y un partido de pilota valenciana». Sanguino devolvió el revés: «Como alcalde (dijo en dirección a Barcala), usted es una versión empeorada de Sonia Castedo, ¡cuántos de Vox la echarán de menos!, y Luis Díaz Alperi».

La segunda llaga en la que presionó López fue el despropósito de la instalación de las luces de Navidad. «Ahí hay una profundidad mayor de lo que aparenta», insinuó el portavoz de Podemos. ¿Se refería el edil a la teoría conspiratoria que circula por el Ayuntamiento? En ella se sostiene que el PP, en el gobierno local al final del anterior mandato, no tramitó conscientemente las luces navideñas por ser incierto el resultado en las urnas. De hecho, el PP y el PSOE empataron en número de concejales. Si la izquierda formaba gobierno repetiría el fiasco de la primera Navidad del tripartito. ¿Realidad o ficción? En política, todo es posible.

Aunque nunca hay que dejarse llevar por las apariencias. Por ejemplo, pese a que se saludan cordialmente, se sonríen mutuamente de forma educada y aseguran en público profesarse admiración recíproca, la realidad de la relación de Barcala (PP) y Sanguino (PSOE) es que si se aprecian, no es al modo usual, sino al de los Montesco y los Capuleto. Más o menos lo que siente la vicealcaldesa de Cs ante Vox. «Somos conscientes del cordón sanitario que desde el primer día nos puso Ciudadanos», evidenció el portavoz de la ultraderecha, Mario Ortolá, dejando claro por contraposición que los populares de Barcala no son los que ponen las pegas a sus obsesiones, políticas o personales, sobre la «perspectiva de género» o el «discurso progre del cambio climático». «Cuando aterricen en el siglo XXI; por favor, avísenme», les espetó la vicealcaldesa, María Carmen Sánchez. ¿Para qué?

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats