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Qué misteriosa es la imbecilidad

El significado de un nuevo año, en realidad, es la prolongación del anterior pero con otra fecha. Aquí estamos de nuevo, con los mismos problemas que hace un par de días. Y lo peor de todo, sabiendo en conciencia, que los deseos son refugios sin referencia que surgen de una realidad imaginaria.

No quiero terminar los festejos (sonrío) sin dedicarle unas líneas a los que nos enseñan las neveras por dentro en las redes sociales. Es evidente que muchos de ellos son empeño de postureo; creo que a día de hoy (por lo visto) la desintegración mental es la afirmación constante de los que proyectan su vida en Facebook o Instagram. A veces pienso que el acomodamiento lleva al desajuste mental del hombre... Díganme: ¿a ustedes les importa lo que tiene en la nevera su vecino, amigo, compañero de trabajo, familiar? A mí, personalmente, me la trae al pairo, que quieren que les diga. El postureo dejaría de existir si todos miráramos para otro lado y no nos revolucionaramos con tanto peloteo. El tema es potente, observen, resulta que fulanito comparte una fotografía de su nevera (llena de marisco) por supuesto, las coles de Bruselas no tienen tirón (sonrío) y al minuto un montón de gilipollas responden con frases del tipo: "Ay, qué ganitas de comérmelo todo me están entrando". ¿Perdona? ¿De comerte qué? ¿Los percebes? ¡Peloteros!

A los pobres que no tienen que comer, los compadece todo el mundo. Y a los que aparentan comer como "ricos" pero son más pobres que los pobres: ¿no los compadece nadie? Junto a la asfixia del pensamiento se ventilan las cosas que sin pagar demasiado, nos encadenan a lo pomposo y petulante. Mostrar las neveras por dentro es pretender conquistar admiración junto al exilio de la almeja y el mejillón.

Visto lo visto, deduzco que para muchas personas lo aparente es necesidad contradictoria que vive junto al al espejismo de la fantasía y el engaño. No tengo nada en contra de la gente, que por lo que sea, están destinados a vivir con más holgura que el resto de los mortales. Pero, la verdad, no soporto a los que comen tocino y quieren eructar jamón. Qué misteriosa es la imbecilidad, junto a ella se descarga lo contable en vez de lo vivible. Qué mudables son las ficciones, unos días están en la nevera, y otros son el acuerdo que viene con acuse de recibo.

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