Hola alicantinos. Florentino Elizaicin al habla desde El Parnasillo, en tertulia con alicantinos de pedigrí. Porque aquí arriba estamos muy preocupados por la deriva de la ciudad.

Pues veréis, conciudadanos. Precisamente estábamos charlando de los problemas de Alicante: el urbanismo, que no acaba de clarificarse; los depósitos del puerto; las vías del tren por delante de la Explanada; el deterioro de ciertas zonas de la ciudad; la plaza de los Luceros, que tiene más grietas que la biografía de Pedro Sánchez, pero no dejan de abrasarla a mascletá limpia...

-¡Eso ni tocarlo!

-¿Perdón?

-¡Lar Hogueras son sagradas!

-Esto? ¿señor?

- Ramonet, don Florentino. El auténtico Ramonet.

-Ramonet? ¿del que se dice que jamás llegó a comprar tabaco?

-El mismo, don Floren.

-¿El más fogoso defensor que han tenido las Hogueras en toda su historia, que era más feliz vestido de foguerer que Pablo Iglesias de vicepresidente y que se iba detrás de las bandas de música, como si Alicante fuera Hamelín?

-Me está usted retratando, don Floren. La verdad es que yo me ganaba la vida haciendo los recados que me encargaban las barracas. Pero no vaya usted a creer, que «on lar hogueras no e uega».

-Comprendo?

-Ahora que me entra la nostalgia? recuerdo las noches de hogueras, un poco cargadito? yo cogía mis maracas y me iba a cantar al templete de la plaza de Benalúa? Escuche, escuche? «c'est çi bon? que petit sensación».

-Muy bien, Ramonet? muy bien?

-Pues créame que era muy celebradas mis actuaciones.

-Estoy seguro?

-Tenía usted fama de ser acérrimo hincha del Hércules.

-¿Del Hércules? ¡Por favor, don Floren! Habría dado mis meniscos por el Hércules. Aunque en mi época no es que estuviera muy boyante, la verdad.

-Pues como ahora.

-¡Eso no, don Floren! ¡Ahora está mucho peor la cosa!

-¿Y eso, amigo mío?

-El Hércules ha pasado malas épocas. O mejor, ha tenido alguna etapa buena, hablando con más propiedad. Pero los alicantinos siempre lo hemos sufrido y seguido. Era? nuestro.

-Así es, ciertamente.

-Pero ahora hay desánimo entre la afición. La ciudadanía ve al Hércules como algo ajeno, un ente que ya no les genera placer ni dolor. La gente hoy en Alicante se dividen futbolísticamente entre madridistas y culés.

-Y antivalencianos.

-Eso lo son todos, don Floren.

-También es verdad, amigo mío.

-¿Pero sabe una cosa, don Floren?

-Pues no, pero estoy seguro de que me la va a decir inmediatamente.

-E uté un hacha.

-Viniendo de usted?

-Yo en mis tiempos me colaba en todas partes, y era amigo de los políticos, de los foguerers, de los alcaldes y de los futbolistas. Entonces había poco parné, no se vaya a creer, pero había, no sé cómo decirle? confianza, implicación, esa sensación de que la ciudad, el Hércules, lar hogueras, y hasta la Residencia del Seguro, era nuestro. Que de nosotros dependía que las cosas fueran bien o mal, que arrimar el hombro era nuestra obligación y que no hacerlo suponía perder lo poco que teníamos.

-Le comprendo muy bien.

-Pero ahora? ahora, don Floren, todo nos es ajeno. Es el Ayuntamiento el que ha de organizar lar hogueras, y darnos servicios y, si se tercia, hasta una paguica. Y los políticos... se han separado de la ciudadanía y viven en sus torres de marfil, ajenos a los sentimientos del pueblo llano. A ellos les importa más sus pensiones, sus sueldos y sus cuotas de poder. Eso a su vez hace que los ciudadanos se alejen de las instituciones: «¿Que se agrieta la Plaza de los Luceros?: Que la arregle el Ayuntamiento». «Que tengo un abuelito irremisiblemente pachucho?: Que me lo cuide el Estado». «¿Que no he hecho nada en mi vida?: Que me den un subsidio, que me lo merezco!». «¿Que el Hércules va peor que mal?: Que ponga pasta su dueño y no nos pidan ni un aplauso a los aficionados».

-Caramba, Ramonet. Es usted todo un filósofo.

-No, don Floren. Soy mayor, he vivido y he visto la deriva de la sociedad. Ahora es mejor que antes, sin duda, pero bien harían estos ciudadanos del siglo XXI en recuperar algo de la ilusión y la implicación de nuestros tiempos. Quizá así fueran más felices.

-Más felices no sé, pero más comprensivos y menos rajadores, seguro.

-Y, sobre todo, don Flore: Preservaríamos la plaza de los Luceros y el Hércules ascendería, por fin, a Primera División.