Hola, alicantinos. Soy Florentino Elizaicin, nuevamente.

¿Cómo? ¿Qué ya os voy resultando familiar? Sí? los domingos?

Excelente, excelente, no sabéis cuánto me alegro.

Pues bien, como sabéis aquí arriba, en el Parnasillo, nos reunimos algunos alicantinos y charlamos de nuestras cosas. Bueno, en realidad de vuestras cosas.

Y resulta que esta semana me he encontrado con don José Manuel Martínez Aguirre, un santo varón, serio como un poste de telégrafos y formal como un fiscal.

-De hecho, don Florentino, yo estudié la carrera de Derecho y de Periodismo.

-Lo sé, amigo mío. Los dos fuimos periodistas. Usted fue redactor jefe del diario INFORMACIÓN durante 29 años.

-Así fue. Pero luego me comió el gusanillo de la política. En aquel tiempo solo había un cauce, el Movimiento, de manera que me moví. Y perdone usted el chiste fácil, que supongo no hará puñetera gracia en el siglo XXI, pero es que los alicantinos no se acuerdan ya de aquello.

-Ni los alicantinos ni la mayoría del planeta, don Jose Manuel, que nosotros tenemos ya una edad? Pero a usted le hicieron alcalde?

-Sí, en 1976. Y estuve poco tiempo en el cargo, apenas un año. Luego pasé a las Cortes, y he de decirle con orgullo que yo fui de los que votó a favor de la Ley para la Reforma Política de don Adolfo Suárez.

-Eso fue un buen ejemplo de acuerdo, don José Manuel.

-No estoy muy seguro, amigo Florentino. La mayoría votamos sin saber a ciencia cierta donde nos iba a llevar aquella reforma. Se dijo que quedaban excluidos los comunistas, que iba a ser una evolución muy suave? la verdad es que el presidente Suárez era un tipo seductor, hablabas cinco minutos con él y te llevabas a casa una lavadora, un seiscientos y un apartamento en la playa de levante de Benidorm.

-Un tipo hábil, creo que anda por aquí.

-Sí, subió no hace mucho. ¿Sabía usted que Alfonso Guerra le llamó tahúr del Mississippi?

-Algo había oído.

-Pero hay que reconocerle su astucia y lo clara que tenía las ideas. En aquel tiempo de zozobra, tras la muerte de Franco, era difícil saber hacia dónde ir: Los militares y poderes fácticos del Régimen tiraban hacia un lado y las personas que habían estado esperando cuarenta años la muerte del general hacia otro, legítimamente. Por eso se planteó un dilema tan difícil como es el de evolución o ruptura.

-Pero alguien más ayudaría, digo yo.

-Así fue. Don Santiago Carrillo fue una pieza fundamental. Un día reunió al Comité Central del Partido Comunista y les convenció de que aceptaran al Rey y la bandera de España.

-¿Hizo Carrillo monárquico al PC?

-Casi, amigo mío. Lo cierto es que demostró un pragmatismo y una visión del futuro dignos de un estadista. Y muchos otros líderes de la izquierda también colaboraron a que se llegara a un proyecto común de todos los españoles.

-Sí, así a bote pronto, me acuerdo de Tierno Galván, Marcelino Camacho, Rafael Alberti, Felipe González?

-Creo, amigo Florentino, que vista con perspectiva histórica, la transición española fue un modelo de cómo adaptarse al medio y lograr un acuerdo, quizá por vez primera, que satisficiera a todos los españoles.

-Quizá su secreto fue que no colmó las expectativas de todos, pero a todos les dio bastante de lo que perseguían.

-Eso se llama negociación, amigo mío.

-¿Eso que se les ha olvidado a los españoles?

-Exactamente. Porque parece que la memoria se ha despertado selectivamente. Un tema bastante bien resuelto, como era el de la transición, se ha desempolvado con tambores y cornetas. Es cierto que aún quedan miles de personas por localizar, de ambos bandos. Y que hay familias que no pueden ir a llorar a sus muertos. De ambos bandos.

-Reconocerá que son cuantitativamente más del bando perdedor.

-Sin duda, amigo mío. Sin duda. Pero hay formas de hacer las cosas. Y la menos adecuada me parece reabrir una herida razonablemente cicatrizada y tirar por la borda un hito en la historia de nuestro país.

-Pues fíjese que hay muchas fuerzas políticas que reniegan del «Régimen del 78».

-Eso ya es para orinar sin producir micción, y usted me disculpará la procacidad. Pero de eso, si le parece, don Florentino, hablamos otro día.

-Siempre a su disposición, don José Manuel.

-Por cierto, si me permite, y ya que viene al caso, y como diría Umbral, recomendar a sus lectores mi libro Crónicas alicantinas de la Transición, que escribí en 1999.

-Dicho queda, amigo mío.