Las personas normales tienen relaciones vulgares. Una suegra sobre la que hacer chistes, unos cuñados para discutir en navidades, un amigo bala que es la envidia, algún excompañero que terminó mal. Las relaciones vulgares definen a las personas normales, de ahí su pobreza.

Cuando el 11S inauguró el siglo a torrazos sorprendió que los Bush, que tenían un hijo presidente de Estados Unidos, y los Bin Laden, que tenían un hijo al frente de la más peligrosa organización terrorista, se conocían y habían hecho negocios. Eso son otras relaciones. A un nivel superior, el mundo es un pañuelo.

El presidente de EE UU, el negociante Donald Trump, está siendo sometido a un proceso de destitución porque presionó a líderes de Ucrania para que investigaran a Joe Biden (exvicepresidente y precandidato presidencial demócrata) y a su hijo que tenía actividades empresariales en ese país. Candidato demócrata, negocios con Ucrania. El mundo es un pañuelo de narices y se puede retorcer. No se duda de las acusaciones, no hace falta. La duda es si pueden tumbarle o servirle una campaña electoral victoriosa.

Modestamente, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, alcanzó fama con La Tuerka, un programa de televisión por Internet, producido por Con Mano Izquierda que tenía relaciones con la cadena Hispán TV, narrador en español de las maravillas de Irán, según los ayatolás. Eso es capacidad para relacionarse entre personas muy distintas. Ahora se publica que el exilio iraní pagó durante ocho meses los sueldos de Abascal y Espinosa, los líderes de Vox. Pagadores lejanos. Estamos perdiendo dinero por no relacionarnos con Irán. O tienen cuñados muy raros o el mundo es un pañuelo y no logra quitarse el catarro de encima.