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Luis M. Alonso

El ministro encargado

No sé cómo no estamos curados de espanto con Sánchez para no tener que asombrarnos con su cambio de postura en relación al chavismo. Guaidó era, para él, hace todavía unos meses, el "presidente encargado" de Venezuela cuando reconoció su legitimidad democrática, ahora es el líder de la oposición y le ha dado la espalda en su reciente visita a España. En el tiempo transcurrido entre estas dos corrientes de pensamiento contrarias de un mismo sujeto con respecto a un mismo asunto, no solo ha aumentado la represión y la pobreza en el país caribeño, sino que se han filtrado como vientos dominantes Zapatero y su socio de gobierno, Iglesias, y con ellos las subvenciones de un régimen que ha llevado a los venezolanos a las cotas más altas de padecimiento económico y ausencia de libertades. Esa es la explicación. Como traca de todo este striptease conceptual está el famoso "Delcygate" y las respuestas, primero evasivas, del ministro encargado Ábalos, y luego demagógicas y poca esclarecedoras de ayer en la sesión de control al Gobierno. Asediado por las trampas saduceas de la oposición y por haber mantenido hasta el momento media docena de versiones distintas sobre la visita en Barajas de la número dos de Maduro, Ábalos decidió arrojar balones fuera e insistir en que él había venido a la política a combatir el fascismo. No es que lo digan sus opositores, pero tendría que dimitir por haber mentido reiteradamente y como responsable de una gestión nefasta que sigue arrastrando por los suelos el prestigio de la política española, no solo en el Congreso sino también en Bruselas como se demostró recientemente en la Eurocámara. Y lo peor de todo, ahí está el intríngulis, es que seguimos sin saber el motivo de la escala de Delcy Rodríguez pese a las sanciones europeas. ¿A qué vino?

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