Con este enunciado tan sugerente como triste, Trifonia Melibea Obono da comienzo a su último libro, Y o no quería ser madre, en el que explica la realidad de las mujeres lesbianas, trans y bisexuales en Guinea Ecuatorial, un país en el que está prevista la legalización de la prohibición de la homosexualidad. Un país en el que se retrocede en derechos al mismo tiempo que se promocionan las técnicas de aversión a la homosexualidad que aterran a quienes las conocen.

En Guinea, si eres lesbiana, te obligan a embarazarte para curarte. Si eres un chico y te codeas con hombres blancos, se te condena socialmente porque los hombres blancos para ellos contagian a los jóvenes guineanos de su homosexualidad.

En Guinea, si sueñas con ser libre, lo tienes, en definitiva, bastante difícil. Egales, junto a la histórica librería Berkana, le han dado espacio al testimonio de 30 mujeres LBT bajo la atenta mirada de Melibea Obono, que ha sido quien ha encontrado las voces que componen un libro que debería convertirse en obligada lectura para todos aquellos que ponen en cuestión los derechos adquiridos y alcanzados en sociedades como la nuestra, en la que ser libre, además de ser un derecho, es una realidad cada vez más clara.

Al margen de viejas creencias y de prácticas aberrantes, esta semana hemos leído cómo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, aquel que ha de garantizar cómo última instancia la aplicación de las leyes en el viejo continente, ha avalado en sentencia firme la devolución en caliente de las personas migrantes que saltan las vallas de Melilla y Ceuta huyendo del horror de países. Algunos, por cuestiones políticas. Otros, por la extrema pobreza que se vive en su tierra. Y otros, y que no se nos olvide, porque son perseguidos por su orientación sexual e identidad o expresión de género, condenadas por leyes atroces.

Europa se creó para garantizar los derechos humanos y por ese mismo motivo no podemos, no debemos nunca, olvidar a quien más sufre. Unamos hoy nuestra lucha para evitar que más mujeres sean embarazadas a la fuerza con el objetivo atroz de «curar» su lesbianismo. Solo así conseguiremos nuestra máxima en la lucha que no es otra que evitar que las personas sufran por ser diferentes y alejarse de las normas injustas impuestas.