El Carnaval proporciona una buena excusa para disfrazarnos de lo que somos o de las antípodas personales; de lo que está de moda, o poner de moda lo que nos gustaría. Debe resultar difícil, si no imposible enmascararse de coronavirus. Triunfar, triunfaría, seguro. En apenas un mes ha soliviantado medio mundo, asustado las bolsas de los ricos, y acogotado a los pobres.

Cómo tendría uno que camuflarse para enmascararse de semejantes bichos. Los italianos del norte son especialistas en disfraces y lo han demostrado. No hay más que observar a los de la Liga Norte del norte, de Salvini. La maña que se da imitando glorias pasadas, incluso sin camisa negra, él que es tan aficionado a los uniformes. Eso sí, con la emoción, en lugar de haber enterrado a la sardina, la han resucitado, y por miles, inundando calles hasta el punto que han tenido que suspender el Carnaval veneciano.

Aquí apenas tenemos coronavirus. Lo mas parecido que tenemos a Salvini en la actualidad nacional es el «coronavox». No sé si es un virus, tampoco si procede de los murciélagos o de cualquier otro animal prehistórico, aunque no habría que descartarlo. Parecen la versión coronada- y según ellos añaden ahora, constitucional- de aquel virus que algunos llamaron Peste Española (PEES), aunque de española nada de nada. Desde su versión constitucional el general jubilado Coll demanda a «los poderes del estado» su intervención, o juzgar al presidente del Gobierno por «traidor». Contagiarse se contagia mucho por lo que echan por la boca. Los PP's han intentado superarlos disfrazándose de «coronavox»- ¿o ha sido al revés?- así Pablo Casado vomitó que el candidato a presidente era un «personaje sin escrúpulos», «mentiroso y charlatán», «estafador», «felón» y autor del «mayor fraude electoral cometido en la democracia española», que «ha traspasado todas las líneas rojas». «Gobierno ilegítimo» escupió el «coronavox», Abascal, «el señor Sánchez es un fraude, un mentiroso, un estafador, y un personaje sin escrúpulos». O en la cumbre de la sordidez el diputado Echániz (PP) afirmó que la Ley de Eutanasia la propone el gobierno PSOE-UP «para facilitar la muerte de muchos mayores y con ello reducir los costes sanitarios y sociales para un colectivo con enfermedades crónicas y, también, reducir los costes de las pensiones». El disfraz de los Ciudadanos es el más logrado, casi son irreconocibles. Llámense CIES, PEPES, o Voxes, incluso FAES, que seguramente los sintetiza todos, se lavan las manos de su pasado. Es el virus en sus mutantes versiones. A ver quién da más en la «escala F» (de fascismo) un test de personalidad diseñado por un colega, Adorno, que tiene como propósito medir la predisposición al fascismo o la personalidad autoritaria de los individuos. Este virus la toma con los otros, con los más débiles y marginales, para machacarlos y así afirmarse él, proyectando en ellos sus miedos y sus fobias: judíos, gitanos, negros, musulmanes, extranjeros.

Lo primero es sembrar el miedo del coronavirus, insensato, irracional, inseguro, paranoico, el fake de los miedos. El «coronavox» y sus socios políticos y sosias carnavalescos, aprovecharán los vientos imperiales transatlánticos para reclamar fronteras, aislamientos, restricciones a estos o a aquellos. Pasar del miedo irracional a la gripe; al miedo, no menos irracional, al distinto. Descalificar a todo lo diferente, discrepante de su patria, su España, su constitución, su religión y hasta su dios. Y repito el posesivo porque es la suya, la que ellos definen y delimitan, la que necesitan para ganar en seguridad y en autoridad personal, y en dirección personal autoritaria. Empezaron por exigir vetar actividades escolares con el pin parental, han seguido descalificando, por «ideológica» la lucha contra la violencia de género.

Ni la intención de voto, ni la estimación de voto que ha publicado esta semana el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas. Febrero) mejora sus expectativas. La política del Gobierno se valora positivamente: en lo económico, social, relaciones con la CEE, y en la relación con Cataluña. Se descalifica la actuación política, en la oposición, de Vox, del PP, y de Cs. Juntos o por separado lo harían peor que el Gobierno Sánchez. La gente piensa que las manifestaciones del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, están sirviendo mucho o bastante para fortalecer sus reivindicaciones, aunque queda mucho camino por recorrer, porque la violencia- la «ideología» que dicen los de Vox- de género es un problema preocupante para el 93'3% de los españoles. Domingo con piñata de Carnaval.