Es un honor saludarle, doctor.

-Apéeme el tratamiento, Florentino. Al fin y al cabo, no fui más que un médico viajero.

-¿Un médico viajero? Usted fue quien ideó un ingenioso sistema para llevar la vacuna de la viruela a América y Asia, usando niños inmunizados, en una época en la que no existía eso que luego se ha venido en llamar la «cadena de frío».

-Bueno?

-Perdone que se lo diga, porque sé que es usted un tipo modesto, pero es usted uno de los grandes médicos de la Historia. Y, desde luego, uno de los alicantinos de mayor relieve histórico.

-Me abruma usted, don Florentino.

-Es un honor conversar con usted, Dr. Balmis.

-A su disposición.

-Precisamente quería preguntarle por esa tendencia «moderna» de algunos humanos?

-No me hable, que estoy negro. Porque sé exactamente a lo que usted se refiere.

-Caramba, don Xavier. Es usted adivino.

-No es eso, amigo mío. Es que es indignante la ignorancia y la estulticia de ciertos sujetos que se llaman a sí mismos modernos: Los antivacunas.

-De eso quería yo preguntarle?

-Perdóneme, pero es que me consume la indignación. Precisamente ahora se han cumplido cuarenta años de la erradicación de la viruela en el mundo. ¿Sabía usted que yo recorrí medio mundo llevando la vacuna de la viruela, en lo que se ha llamado la primera campaña de cooperación sanitaria internacional llevada a cabo por España?

-Lo sabemos, don Xavier. Y todos los españoles, y más los alicantinos, nos sentimos muy orgullosos de eso.

-Pues tras la de la viruela llegaron muchas más vacunas. Y su éxito no admite discusión. Mire, le daré solo unas cifras: la viruela mató solo en el siglo XX más de 300 millones de personas en el mundo. Las vacunas han reducido la incidencia de la poliomielitis un 99%, hasta el punto de estar al borde de la erradicación. La incidencia del sarampión se ha reducido un 75%, y su mortalidad un 78%. LA vacuna frente al virus del papiloma humano previene el 85% de los tumores de cuello de útero. Y las vacunas han reducido de forma espectacular las tasas de morbilidad, discapacidad y mortalidad asociadas con distintas enfermedades como la difteria, la tosferina y la meningitis epidémica por meningococo de tipo A. Además, el rotavirus?

-Alto, alto, bandera blanca, Dr. Balmis, me rindo. Estoy absolutamente convencido, créame.

-Usted sí, amigo mío. Pero en el planeta Tierra han surgido una subespecie a la que yo llamo Hominidos poco informatus y fácilmente manipulables que van divulgando estupideces por las malhadadas redes sociales. Fíjese que organizan fiestas para que los niños se contagien del sarampión.

-Como decía el torero, don Xavier, ha de haber gente pa to.

-Eso estaría muy bien si el daño que generan esos patanes quedara reducido a sí mismos. Pero el problema es que se extiende primero a sus hijos -que ninguna culpa tienen de la ignorancia supina de sus padres- y luego a los demás niños por un efecto epidemiológico llamado reclutamiento.

-Le noto levemente enojado.

-Encabrona? perdón, don Florentino. Estoy realmente encendido. No nos dejamos muchas personas la vida en el progreso de la ciencia para que ahora ciudadanos del siglo XXI, que tienen a su alcance medios de información y educación como nunca en la Historia, se dediquen a divulgar majaderías que son compradas por mesnadas de acémilas aún más ignorantes que ellos.

-Pues hay bastantes asuntos similares, amigo mío. Sin ir más lejos, hay genios que afirman que la Tierra es plana.

-Lo sé, don Floren, lo sé. Hace falta ser falto. Pero bueno, al menos esos no ponen en peligro a sus hijos ni a los hijos de los demás.

-No, hasta que no se les ocurra llevarlos al límite de la Tierra y tirarlos por el mirador del Mundo?

-Mire usted, amigo mío. La ignorancia, en todas sus formas, ha sido siempre el refugio de los mediocres, los débiles mentales y los malintencionados. Puedo comprenderlo en los tiempos oscuros, cuando el conocimiento rivalizaba con las tinieblas y estaba amenazado por el poder religioso y civil, porque era el antídoto de la sumisión. Pero ahora, en la era de la información, la ciencia y el progreso, es REALMENTE INCREÍBLE que sujetos que llevan teléfonos móviles en el bolsillo, utilizan automóviles, sube a aviones y se comunican por internet, compitan en ignorancia y mala fe con los sátrapas de la Historia, comenzando por Atila y acabando por Adolf Hitler.

-Palabra de un médico de quien tenemos mucho que aprender.