Corría el verano de 2014. Podemos venía de obtener un éxito sin precedentes en la elecciones europeas del mes de mayo. Mi correo oficial como diputado nacional se llenaba cada día de cientos de “e-mails”, que de forma organizada nos enviaban a diputados del PSOE, aunque supongo que también les llegarían a otros partidos.

En dichos correos se nos tachaba de “sinvergüenzas” y “vagos”, como adjetivos que se pueden reproducir, instándonos a que renunciáramos como diputados a cobrar la mensualidad de agosto dado que no había plenos. En general, éramos casta.

Todos estos remitentes de vanagloriaban de encabezar una nueva política donde los políticos ni estaban por dinero ni estaban para siempre.

En esta tesitura, recuerdo un conversación con Alfredo Pérez Rubalcaba, en la cafetería del Congreso. Comentando la situación política y la irrupción de Podemos, agudo y visionario como siempre, nos dijo: “Tranquilos, que esta fiebre es flor de un día, éstos se van a moquetizar muy pronto”.

Y el tiempo no ha hecho más que dar la razón a ese genio que fue Rubalcaba. Esos que lanzaban soflamas para que los diputados no cobraran en los periodos extraparlamentarios, jamás renunciaron al sueldo de esos meses. Ni renunciaron a asesores (a los que poco antes calificaban de inútiles pelotas enchufados sin oficio ni beneficio), ni renunciaron a coches oficiales ni renunciaron absolutamente nada. A lo único que han renunciado es a sus principios. Donde dijeron limitación de sueldos como ejemplaridad, ahora dicen que ese límite es superfluo. Donde dijeron que en política hay que entrar y salir, ahora dicen que salgan otros. Una estafa, una estafa ideológica masiva fue lo que perpetraron aprovechándose de la gente que peor lo estaba pasando en aquella crisis tan dura. Miserables caraduras.

Hoy es Pablo Iglesias el que ha empezado a pensar en su cuenta corriente y jubilación en lugar de en los ahorros y jubilaciones de los que le votaron, pero en Alicante sabemos hace tiempo como eran. Cuando Guanyar, encabezado por señor Pavón (otro cuyos principios eran de quita y pon), decidieron abandonar el gobierno de la ciudad (para entregarlo a la derecha, que nunca lo olvide nadie) presentaron dos escritos en el Registro del Ayuntamiento. En el primero de ellos renunciaban a sus tareas de gobierno y en el segundo solicitaban que se les mantuvieran los sueldos y los asesores como si aún fueran gobierno. Querían ser oposición, pero tener las prebendas del gobierno. Nada más que añadir.

Cuando se pierde la coherencia se pierde la credibilidad, y en Podemos y sus satélites hace tiempo que no hay ninguna de las dos cosas. Hoy, el gran Alfredo seguro que está sonriendo y, con su sorna característica, andará diciendo: “Ves, compañero, ya se han moquetizado”.