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Luis M. Alonso

Lo ideal y lo posible

Ciudadanos dispone de Arrimadas, una política que tiene en su haber el enorme mérito de ser la excepción que derrotó al nacionalismo catalán. Sin embargo y pese a ello, no ha perdido todavía la posibilidad de volver a equivocarse. La caída en este caso sería desde una altura menor que con Rivera pero podría suponer la desaparición de un partido necesario para la estabilidad parlamentaria.

El coraje y el prestigio adquirido no libran a la líder centrista del escepticismo que se ha apoderado de la opinión pública respecto a aquella fuerza surgida en Cataluña que encarnaba el patriotismo democrático liberal y que llegó a crecer hasta que una presunción errada del éxito y de sus posibilidades la hicieron derrumbarse en las pasadas elecciones. Sus compañeros del propio partido, por el hecho de ahondar en la división, tampoco es que la ayuden en el momento de mayor incertidumbre.

El sector que se enfrenta a ella, liderado por Francisco Igea, parte de la teoría de que, acercándose a la derecha, Ciudadanos tiene los días contados. No es un mal razonamiento, puede incluso resultar lógico; probablemente el estado ideal de las cosas para un partido así sería el de bisagra. También la forma de equilibrar la balanza entre la derecha y la izquierda. Pero en este país ya nadie busca el equilibrio, sino la disensión.

El PP no tiene objetivo mayor que fagocitar a Ciudadanos a ver si halla en el centro los votos que se le han ido por la derecha y que parecen menos recuperables. El problema es que, en las actuales circunstancias, CS no tiene la capacidad de maniobrar a la izquierda que reclama Igea por tratarse de un territorio comanche abonado por los enemigos de la Constitución y por el independentismo. No hay que pensar en lo que se debería ser y sí en lo que se puede.

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