Quienes me conocen saben mi opinión sobre FITUR, la cita turística más importante de cuantas se celebran a nivel nacional, aunque con vocación internacional, a la que muchos ayuntamientos acuden para hacer visibles sus excelencias.

Siempre me ha llamado la atención la cantidad de munícipes -alcaldes, concejales, asesores de alcaldes, asesores de concejales, etc?- que acuden a esta feria y que -según mi corto entendimiento- parece que solo lo hacen para salir en las fotos, porque, año tras año, presentan la misma oferta, ya que, por mucho que quieran reinventarse, no hay más que ofrecer. Por ejemplo, en Orihuela se tiene lo que se tiene -iglesias, museos, dulces conventuales, Semana Santa, Moros y Cristianos, sol y playa- y cada año más de lo mismo, porque la catedral sigue siendo la misma desde hace siglos, lo mismo que las iglesias de las santas Justa y Rufina o Santiago. La casa-museo de Miguel Hernández es lo que es y ya está.

Sin embargo, los políticos, consideran hay que estar en FITUR porque «si no visualizas tu oferta no existes». Recuerdo que un alcalde, cuando acudía a IFEMA, pagaba de su bolsillo los gastos que originaba el desplazamiento, pero también recuerdo quien pasó al Ayuntamiento el recibo de una consumición de poco más de tres euros -café y agua mineral- en el aeropuerto Alicante-Elche. ¡Manda huevos!, que diría el ex ministro y ex presidente del Congreso, Federico Trillo, cartagenero matrimoniado con una oriolana de cuna.

Cada año me sorprende la oferta oriolana en FITUR, pero es que en la última edición, aunque pensaba que ya lo había visto todo, los responsables de la parcela turística, con su máximo responsable a la cabeza, Cómodo, que, por cierto, se las está teniendo tiesas con el Sindic, Angel Luna, se han «superao». Está bien que Mariola Rocamora, concejala de Turismo, vuelva a sacar a pasear los monumentos que hay en «su pueblo y el mío» -siempre he dicho que el hombre es de donde pace no de donde nace y, aunque nací en Cox, me considero oriolano de adopción-, pero no me parece de recibo -es una opinión muy personal- que se le haga el caldo gordo a empresas privadas con dinero público.

¡Vale, es verdad, tengo claro que la catedral, Santo Domingo, el Palacio Episcopal -Museo Diocesano-, las iglesias de las Santas Justa y Rufina o Santiago son privadas -por aquello de que pertenecen a la Iglesia-, pero no me negaréis que son «patrimonio de Orihuela» y, por eso, nadie se rasga las vestiduras por el hecho de que, con dinero público, se incentive a nacionales y extranjeros a que nos visiten! ¡Al fin y al cabo quien sale ganando con esa promoción es el pueblo de Orihuela! ¿Todos de acuerdo en este asunto? ¡Creo que sí! Sin embargo, este año -igual que en ocasiones anteriores- se ha presentado la oferta deportiva. ¡Y destaca el golf!

Me pregunto, ¿cuántos campos de golf municipales hay en Orihuela? Ninguno. ¡Y mira que el término municipal oriolano es grande -uno de los más grandes de España!- Se promociona algo que es privado y que sus propietarios ya ofertan en las ferias del ramo, por lo que considero que es un favor que se le hace a un colectivo que vela por sus intereses no por el de todos. ¡Vamos, digo yo! Y me pregunto, ¿promocionaría un campo que, aunque es propiedad de una familia oriolana, está en otro municipio, Algorfa, con lo que, en el hipotético caso de que aporte algo a las arcas municipales, sería a las de aquel pueblo? ¡Digo yo!

Me llama la atención que se promocione la oferta deportiva cuando no hace mucho Orihuela estuvo en todos los medios nacionales, precisamente por un evento deportivo, el partido de Copa del Rey que se disputó en Los Arcos contra el Villarreal, ¡con el calamitoso estado que presentaba/presenta el campo del Camino Viejo de Molins!

El Ayuntamiento no hizo mucho, pese a ser una instalación municipal, para dar una buena imagen en España, porque, recordémoslo, el encuentro se televisó. ¡Vamos a ver, almas de cántaro; promocionad lo que es de todos no lo que no nos aporta nada! ¡Creo!