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José María de Loma

Viruliderazgos

Esto del coronavirus va a poner a prueba los liderazgos. Hará emerger otros nuevos y hundirá la reputación política de no pocos. Salvador Illa. Ministro de Sanidad. En principio: cuota del PSC, templado, aburrido, a un Ministerio sin competencias. Lo mismo habría valido él que un concejal de Sabadell o un senador de Tarragona que perteneciera a la dirección del partido. Ahora: hombre que transmite confianza, serenidad, mesura. Eso sí, esas ruedas de prensa que da con militares detrás podría ahorrárselas, que parece que está anunciando que vamos a invadir Polonia. Los militares, que están haciendo una gran labor, que den sus propias ruedas de prensa.

El alcalde de Madrid. Ya saben como le apodaban. Apodaban. El hombre está dando la talla y está ahí al pie del virus, o sea, del cañón, utilizando bien la comunicación política, atendiendo a todo el mundo, dando sensación de ser accesible en un contexto en el que no se debe estar a menos de un metro de nadie.

Liderazgos. Casado no está a la altura, está claro. Bronco, puntilloso, tratando de sacar rédito a corto plazo. Se puede criticar, y se debe, este Gobierno ha actuado tarde y no debió permitir las manifas del 8-M, por ejemplo, pero no hacerlo de esa forma chusco electoral. Contrasta con la actitud del presidente andaluz, Juanma Moreno, también pepero, leal, elegante, oportuno, colaborador. Firme en la defensa de Andalucía pero ofreciendo a Sánchez toda la colaboración posible. Casado va a tener un problema cuando esto acabe; muy probablemente su ¿liderazgo? pueda ser discutido en el seno de su partido.

Arrimadas acertó pidiendo el viernes el estado de alarma. No tardó en decretarse. Ni en saberse que el Gobierno iba tarde. Acertó diciendo que apoyaría los Presupuestos, algo que no iban a hacer en principio. Eso asegura que haya estabilidad y Gobierno. Estamos ahora para anarquías. Emergen nuevos liderazgos hasta en comunidades de vecinos. También están a prueba los alcaldes. No falta el que en un principio iba a mantener cierta agenda, aunque fuera en tiempos de cuarentena, o sea, visitando barrios, visitando hospitales, visitando asilos, todo el día zascandileando, etc. No. Mejor la rectificación: en casita. No es menos importante que este semiconfinamiento de nuestros próceres les procure tiempo para leer. Para leer libros incluso. Que un político sea muy culto no garantiza nada, que no sea burro sí garantiza que no tome determinados derroteros.

La clave del liderazgo (el comienzo de esta frase parece el inicio de una sesión de coaching, pero aquí no les cobramos) es rodearse de gente brillante. Preguntar mucho e informarse. Y entonces, tomar decisiones. Con órdenes claras y sin titubeos. Como cuando mandamos a alguien a la mierda. Así. Saber delegar tampoco está mal. Se tiene más tiempo para pensar y se mantiene ocupado a los subordinados. Un subordinado ocupado es un subordinado que no tiene tiempo de hacerte la cama. Pero es verdad que esta última frase ya es un poco más de lidercillo. Un poco, tampoco mucho.

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