Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cocina insólita: Paciencia a fuego lento

Hoy más que nunca, se hace necesario regresar a la cocina sana, la que se elabora a amoroso fuego lento. Quiero proponeros la preparación de un delicioso plato al alcance de niños y mayores. Como todo lo bueno, llevar a cabo esta receta requiere esmerada dedicación. Veamos los ingredientes que se precisan. En primer lugar, una paciencia grande y añeja. Busque entre las que tenga por casa o en algún rincón de la memoria. Adquiera aceite de comprensión en abundancia. Es imprescindible. La comprensión otorga a la paciencia un toque meloso, muy suave al paladar. Un gran pensador de la cocina insólita, Baruch, o Benito, Spinoza, dedicó gran parte de su vida a estudiar las cualidades de este ingrediente. A pesar de sufrir la más terrible de las incomprensiones y persecuciones, escribió: "He realizado un esfuerzo incesante no para ridiculizar, ni lamentar, ni burlarme de las acciones humanas, sino para comprenderlas". Hágase con un manojo de cada una de las siguientes finas hierbas: serenidad, aguante, calma, tranquilidad y entereza. ¿Qué partes escogemos de estas plantas? De la serenidad, las hojas más quietas y sosegadas; del aguante, los tallos más vigorosos y resistentes; de la calma, toda la planta; de la tranquilidad, las flores que después de ser zarandeadas por el viento permanezcan íntegras; de la entereza, los fuertes y robustos frutos. Mi bisabuela de origen checo siempre me recordaba: "Las mejores hierbas para acompañar la paciencia las hallarás en la región de Pockat, que en español traduciríamos como Espera". Un experto conocedor de ese lugar, André Comte-Sponville, describe así a los esperandenses: "Habitan tranquilamente el presente sin impacientarse, pero son activos: hacen lo que depende de ellos para alcanzar, en las mejores condiciones, lo que ya no depende de ellos. Saben que la espera, incluso la dirigida al porvenir, se vive en presente". ¿Cómo se elabora la paciencia? Lo primero, y lo más difícil y delicado, es limpiarla bien quitando con cuidado los nervios, las ansiedades, las crispaciones y las tensiones que suele llevar adheridas. Una vez limpia, colocarla en una cacerola de barro a fuego muy suave. El fuego fuerte de la prisa arruinará el guiso. Regar generosamente con el aceite de comprensión, fundamental para conseguir su exquisita y suave textura. Mientras se cuece, preparar un caldo poniendo a hervir, todas juntas, las finas hierbas de serenidad, aguante, calma, tranquilidad y entereza durante un tiempo prudencial. Regarla con esta infusión y dejar que repose. Como dice un refrán de la cocina persa, la paciencia reposada es la más apreciada. Debo confesar que no siempre acierto a darle el punto a este delicioso plato, pero sigo intentándolo. Le doy tiempo al tiempo. Merece la pena.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats