La anécdota con la que Carolina inicia este poco habitual ejercicio de ser, por una vez, nosotros los protagonistas podría ser un buen cuento de Arreola o del mismísimo Cortázar. Los miembros de la Redacción de un periódico se enfrentan en una extraña apuesta. El plan es que ninguno de ellos irá a la Redacción en un día establecido con antelación. La porfía es sobre qué sucederá tras ese vacío atronador. Pero al día siguiente, los convencidos del milagro se regocijan con lo imposible: como defendieron, el periódico ocupa su lugar de siempre en el kiosco y los lectores pasean leyéndolo por las calles.

Lo que nos ha pasado en las últimas semanas no es un relato de ficción, aunque parezca el guión de alguna de las series apocalípticas que José Antonio Martínez nos cuenta en su columna semanal. Pero la COVID-19 ha conseguido el mismo efecto que la apuesta provocaba en ese apócrifo relato: dejar nuestra redacción vacía y triste. Aunque al principio del confinamiento un retén intentó coordinar desde la sede del periódico al 95% de los compañeros que ya trabajaban desde casa, se demostró que era un riesgo inasumible. Hubo que lanzarse al vacío de hacer por primera vez un periódico sin que su Redacción estuviera reunida... físicamente. Parecía imposible recrear virtualmente ese espacio sobre el que levantamos cada día el efímero edificio que es un periódico. No lo era.

Cada uno desde su casa, aunque aún haya unos pocos que cámara en mano recorren las calles vacías, seguimos creando, separados pero más juntos que nunca, un periódico virtual y real al tiempo, que cada minuto y al día siguiente llega a sus manos. Nos mueve lo mismo que movió siempre a una Redacción, un término periodísticamente ambiguo que nomina un espacio pero sobre todo, y estos días se está viendo por qué, a un grupo humano sincronizado que es una gran orquesta que no hace música pero interpreta jornada a jornada la realidad que nos rodea. Nos mueve acudir sin falta a esa cita inaplazable. Nos mueve pensar que, ahora que todo es difícil, duro y terrible, nos necesitan tanto como nosotros les necesitamos a ustedes.