Les llamamos mileuristas, porque cobraban un sueldo de pena; luego millennials, por haber nacido con el siglo. Pero sin duda, para nuestros hijos y nietos, por su referencia histórica, serán la generación del coronavirus.

Batallitas. Decíamos que nuestros padres se pasaban la vida contando batallitas sobre los desastres de la Guerra Civil: el hambre que pasaron, el pan negro, la limpieza de piedras en las lentejas, la leche y el queso americano, pan, vino y azúcar; o pan, aceite y sal. Eran los menús de guerra y posguerra hasta finales de los años 50 del siglo XX. Si tenían mucha confianza te hablaban también de la represión y crímenes que salpicaban los años 40, peores y más cuantiosos que en los años bélicos.

Al final de los 40 y principio de los años 50, las batallitas interesaban a los jóvenes primero para conocer la historia y como herramienta para denunciar el franquismo. Había nacido la generación del antifranquismo con sus luchas y víctimas contra la dictadura. Mi generación consiguió la democracia. El mejor sistema político en la historia de España. Pero los jóvenes no han estudiado la historia desde la posguerra hasta la democracia, ese ha sido parte del pacto de la transición. A finales de los 70, hablando a mis alumnos, cuando aludía al régimen dictatorial o a la lucha antifranquista era algo que les sonaba muy lejano tanto como a nosotros cuando nos hablaban del hambre de la guerra. Habían vivido 10 o 15 años bajo el dictador pero lo que le contaban,incluido yo, no era su vida, eran batallitas antiguas.

Nuestros hijos y nietos los que están por debajo de los 40 pasaron de mileuristas a los mayores perjudicados del 2008, la generación del coronavirus está hecha una piña ante uno de los mayores problemas que ha aparecido en los últimos siglos, es un problema español, cósmico, global y transversal. Partiendo de un problema común aparecen cambios en el trabajo cotidiano, el teletrabajo, y en las relaciones interpersonales. Dentro y fuera del grupo familiar, los límites sobrevenidos a la globalización por el virus. Han descubierto la eficacia, y por tanto la inexcusable respuesta cooperativa y solidaria. El gesto de los balcones de hijos y padres es una batalla histórica. Descubre la fuerza de la solidaridad, la proximidad de los vecinos, de los otros, de las relaciones del grupo familiar.

El espacio doméstico, las formas de ver la realidad, la organización del tiempo y el espacio compartido, serán las directrices que guíen a una generación que habrá controlado al coronavirus y diseñará su futuro.

Esta generación va a ser la que ha luchado unida contra el coronavirus pero solidarizándose desde el sistema público de Sanidad desde el sistema público de protección, de solidaridad. Aquí y en Europa. En España, en Europa y en las relaciones globales. Y, lo diseñarán ellos, los jóvenes, nuestros hijos, nietos. Son la generación que venció al coronavirus, y son la generación del cambio social. Desde ya.