ace unos días reflexionaba sobre el día después del confinamiento, de esta cuarentena que nos toca vivir. Hoy seguiré haciéndolo sobre aspectos más centrados en la política y las instituciones, que están especialmente en proceso de examen en esta crisis. 1º- Centralismo/Autonomías: Arrancó durante los primeros días una llamada a la centralización, el mando único e incluso con determinados alardes de militarismo colados en las comparecencias públicas. Una actuación que después se ha ido relajando, más allá de algún episodio con tintes berlanguianos. Está muy bien que se movilice a la UME, especialista en la gestión de catástrofes, pero ha habido algo de militarismo impostado en la acción y comunicación política del Gobierno de Sánchez e Iglesias, y eso ha sobrado.

En general, el devenir de esta crisis está reforzando la vigencia y la funcionalidad de la descentralización política y administrativa. Las autonomías (con excepciones) están gestionando mejor la crisis que el Gobierno Central. Y el Botànic (a pesar de la injusta infrafinanciación) es un claro ejemplo. Así lo percibe la ciudadanía, que también valora mejor la labor del municipalismo. Si la excepcionalidad de la crisis quería ser un espaldarazo a la recentralización del Estado que hace tiempo que viene impulsándose desde la Villa y Corte, la realidad camina en otra dirección. ¿Quién mejor que aquellos que tienen las competencias y recursos humanos en Sanidad para lidiar contra el virus? Es lo lógico, aunque en el Estado español la lógica y las decisiones, especialmente las estratégicas, muchas veces caminan por sendas opuestas. En este sentido ahora cobra especial interés el debate sobre los superávits y remanentes de la administración local. Seguramente los discursos tajantes y sin matices en esta cuestión valgan de bien poco.

Ni «el dinero es mío y no hay más que hablar» que se ha escuchado a algún alcalde, tampoco el afán del Gobierno central por «expropiar» la hucha de municipalismo o los trasnochados discursos del mando único, que ni siquiera en esta situación de excepcionalidad han sido realmente eficientes y efectivos -miremos la gestión de los suministros-, nos valen para el actual contexto que requiere mucha coordinación institucional. A la ciudadanía no le interesan ahora estos debates; quieren, exigen y necesitan soluciones; y creo honestamente que poner ese dinero en la administración local es la mejor decisión para amortiguar a pie de calle los rigores sociales que nos dejará esta crisis y ofrecer respuestas ágiles a pymes y autónomos. Otra cosa es -como me planteaba nuestro diputado provincial Gerard Fullana- definir y controlar entre el conjunto de administraciones para qué pueden dedicarse esos recursos y para qué no. Concertar un Plan de Recuperación Económica donde cada pata (estatal-autonómica-local) tenga obligación de financiar una parte. Elaborar un proyecto real de cooperación institucional al servicio de la ciudadanía, que no pase por retirar la mochila económica a los ayuntamientos, un instrumento básico para atender a la emergencia socioeconómica que ya está mostrando su cara más cruel en nuestras ciudades; en Alacant, sin ir más lejos.

2º- Empatía/Antipolítica: Es momento de gestos y sensibilidad desde la política. Debemos mostrar toda nuestra empatía con el dolor de las personas que lo están pasando terriblemente mal con la alerta sanitaria de la Covid-19. Yo he de confesar que me emocioné el viernes pasado con la rueda de prensa de la vicepresidenta Mónica Oltra dando las gracias a la sociedad valenciana y poniéndose al lado del dolor de las familias de las víctimas. Y esta empatía debe alargarse con la situación y las graves consecuencias socioeconómicas que van a vivir buena parte de la población. Ahora bien, hacer carreras por ver quién se baja más el sueldo en política es hacerle el juego a la antipolítica, la extrema derecha y nos lleva a la demagógica conclusión que los políticos y la democracia son un lujo que no nos podemos permitir. Cuidado con jugar este juego porque es jugar con fuego. Habrá, y les Corts Valencianes es un ejemplo, que llegar a acuerdos para evitar cualquier gasto ahora prescindible, e incluso atender gestos que reclama la ciudadanía.

Pero la demagogia es mala consejera en situaciones de inestabilidad, da resultados a corto, pero es letal a largo plazo, y solo la ultraderecha populista recogerá beneficios; y claro está, perderá el sistema democrático. Reflexionemos sobre ello.

3º- Instituciones fuera de juego: El Senado y las Diputaciones no pueden seguir siendo en el futuro piezas de la arquitectura institucional. Lo del Senado hace mucho tiempo que no se aguanta, por lo menos en sus funciones actuales, y las Diputaciones no aportan nada que no pudiese hacerse mejor a través de ayuntamientos, mancomunidades y administración autonómica. Y no lo digo para denunciar ningún comportamiento desleal en estos momentos desde, por ejemplo, la Diputación de Alicante, no es el caso, no es eso, es un problema de base. Estas instituciones son incompatibles con una administración moderna y eficaz, y detraen grandes cantidades de recursos económicos que serían más útiles en la administración local y autonómica. Creo que desde la Transición es ahora cuando se percibe con mayor claridad la obsolescencia de la Monarquía. Ya no es útil como árbitro institucional, su papel en esta crisis se ha limitado al discurso más vacío de la historia, el del Rey Felipe VI, que únicamente servía para no dejar de pensar en los líos del emérito, herencias y donaciones. La monarquía ha caído en la irrelevancia, como escribía aquí Manuel Alcaraz; casi da pereza criticarla si no fuera por el empecinamiento de situarla al margen del control democrático, como están haciendo en el Congreso PSOE, PP y Vox.

Pero aún más cabezota es nuestro diputado Joan Baldoví, y seguirá insistiendo en exigir transparencia y una comisión de investigación para levantar alfombras de la Zarzuela que llevan demasiado tiempo escondiendo regalos.

4º- Europa y la Banca: No es momento de mensajes antieuropeístas. Pero, por favor, ¿también ahora va a ser imposible una posición mancomunada que rompa con la dialéctica Norte/Sur? La desafección con la Unión Europea de las sociedades endeudadas del Sur será irreparable. España debe mantenerse firme en la búsqueda de una posición común y solidaria que asuma la hoja de ruta de la rehabilitación económica europea, ¿lo hará el gobierno de Sánchez? Necesitamos más Europa como sólido instrumento para no permitir que ningún Estado miembro caiga en el abismo de la desesperación ante la magnitud de los efectos de la paralización económica. ¡Ojo!, que sabemos, por ejemplos muy próximos, las consecuencias de las desafecciones, ¡cuidado!, que la extrema derecha, xenófoba y antieuropea, está aguardando a que se muestren las vergüenzas del proyecto europeo para hacer de altavoz del cabreo y los miedos de la ciudadanía. ¿Y la banca? ¿Se va a volver a ir de rositas en esta macrocrisis? ¿Si no es ahora, cuándo va a devolver el esfuerzo para rescatarla con la crisis del capitalismo desvergonzado y de ruleta rusa?

Le debemos exigir que devuelvan los miles de millones del dinero prestado y que inyecte la liquidez que necesitan ahora como un salvavidas muchas micropymes, pymes y autónomos. Y que lo haga ahora, y no dentro de tres meses, porque entonces muchas de las empresas, de los emprendedores, de la clase trabajadora que necesiten su crédito sencillamente ya no existirán. Es hora de que #QuePagueLaBanca, lo necesitamos porque volvemos a la situación donde la prioridad es que #Rescatempersones.