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Francisco Esquivel

Bajo el cielo de París

Ocurrió durante el otoño del 16. Tras celebrarlo alrededor de la familia, la pareja se reunió con el cogollito amigo para compartir un aniversario de muchos quilates. Entre todos se le procuró una escapadita a la ópera en el Covent Garden, pero el mayor regalo llegó cuando la pareja extendió su cuaderno de firmas para guardar bajo llave el anhelo y el afecto de aquellos con quienes piensa seguir disfrutando de no pocas entregas.

Dado que cuando él vino al mundo la denominación de origen fue la de un calendario acabado en cero a juego con una época en la que de estudiante hubo de elegir entre los churros y el metro, este abril alcanzaba un cumple redondo y una avanzadilla de la misma tropa había iniciado ya los pasos para sorprenderlos

-forman un pack- con alguna travesura. Pero como la sorpresa se la llevaron ellos, los liantes recurrieron a lo que quedaba al alcance y así la dupla despertó esa mañana a los acordes de «Bajo el cielo de París», la ciudad soñada, con un vuelo musical sobre las azoteas, sus plazas, las calles, los bistró, el río y la torre junto a los registros de dos de las voces actuales más cálidas a ambos lados de los Pirineos, una femenina y otra masculina, que iluminan el deslumbrante paseo trazado en la partitura de Dréjac & Giraud y que, desde los cincuenta, Juliette Greco, Edith Piaf e Yves Montand llevaron por medio mundo a lomos de un acordeón que nunca perdió de vista el puente ni la isla de Saint Louis.

Nadie ha robado ningún plan y hasta el imbécil que empezó a tramarlo paladea un final bien distinto. El que corresponde a esa pareja que los aglutinó y junto a la que han compuesto las melodías más originales en torno a unos vasos de tinto después de compartir estrenos de cualquier género, desde nacimientos hasta gloriosos baches y cine del negro. El secreto no es otro que disponer de una buena bodega de sano optimismo con la que regar a todo aquel que un día se unió a la caravana de ciudadanos decentes que la pareja articuló a su alrededor. Como para no cuidarla.

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