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Toni Cabot

Doctores de la risa

Es otra medicina. Y, al igual que las farmacias, no pueden cerrar ni dejar de servir, por más que aceche el coronavirus. Los que han tenido ocasión de ver por los espacios de oncología los rostros de niñas y niños cuando tienen delante una pareja con la cara pintada y la nariz postiza lo entienden como nadie. Son los payasos del hospital o «payasosopital», una ONG dedicada a buscar la sonrisa de los más pequeños en el peor trance. Por desgracia, el cáncer y otras enfermedades ni tienen vacaciones ni saben de estados de alarma. Si acaso, de confinamientos, de esos que obligan a pasar semanas, meses y años, periodos eternos, entre blancas paredes y botellas de suero. Ante ello, estos doctores de la risa siempre están cerca.

«Los payasos son la sonrisa necesaria dentro del sistema sanitario. Ellos nos recuerdan 'por narices' el valor de la humanización en la práctica clínica pediátrica. Para nosotros, Payasospital son parte de nuestro equipo sanitario», explica Javier González de Dios, jefe del servicio de Pediatría del Hospital General Universitario de Alicante.

En esta extraña etapa, estos artistas han tenido que reinventarse y echar mano de la magia de la tecnología para no faltar a la cita con sus admiradores más fieles, esos que les esperan impacientes para vivir el mejor momento del día.

En estos tiempos, los directos por Instagram y youtube, junto a los vídeos colgados en redes sociales y las video-llamadas han sustituido el contacto presencial, pero las risas siguen siendo las mismas. A través de estas conexiones los payasos transmiten actuaciones personalizadas que preparan con antelación. «Nuestra misión es que no piensen en la enfermedad», sostiene Paqui Noguera, miembro de esta ONG, «en el hospital nos informan de la situación del niño y ahondamos en una actuación más ajustada a él».

Dicen que esa nariz postiza suele ser el puente hacia la magia, la que permite acortar la distancia por muy telemático que sea el encuentro, sosteniendo el juego, el arte y el lenguaje del clown. «Es reconfortante, aunque a veces no es fácil», agrega Noguera, «a una niña que no nos conocía le costó aceptarnos, se mostró reticente en un principio. Pero poco después nos regaló una de las sonrisas más maravillosas que recuerdo. En esta etapa los padres nos piden que no dejemos de enviar vídeos».

Y también han dedicado espacio en este periodo del coronavirus para elaborar vídeos dedicados al personal sanitario para aliviar su tensión y agradecer su labor.

La iniciativa tiene mucha historia. Apuntan que llegó inspirada en el estadounidense Hunter Adams, el médico que obtuvo reconocimiento aplicando el humor como terapia alternativa a la medicina y adquirió fama mundial con «Patch Adams», la película en la que Robin Williams hizo célebres sus revolucionarias ideas terapéuticas.

«El payaso es la conciencia divina, la dimensión donde viven los niños, una parte que llevamos dentro los adultos, esa parte que no juzga, que no siente culpa, ni vergüenza, ni miedo de expresarse, de vivir, de ser, de amar y ser amado», añade el doctor González de Dios.

El médico del centro alicantino, pionero en conjugar cine y pediatría, es firme defensor de la función terapéutica del payaso, al que señala como «portador de paz y amor» entre goteros, sillas de ruedas, mascarillas y quimioterapia.

Hoy, desde la distancia, la risa y el humor siguen presentes en varios hospitales de la provincia de Alicante. Las enfermedades que acechan a los niños no descansan, cierto; afortunadamente, los payasos y la tecnología, tampoco.

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