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Toni Cabot

Postales del coronavirus

Toni Cabot

Ni Schuman ni Granell, las etapas

Hoy tendría que ser ese día soleado de mayo en el que, tras desayunar, dedicaríamos una parte de la mañana a disfrutar de los periódicos repasando la historia a través de elaborados reportajes y sentidas columnas de opinión con motivo del 75 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y de la posterior fundación de la Unión Europea, con Schuman como protagonista. Incluso, estoy convencido de que algún hueco encontraríamos para enlazar aquellos hechos históricos con el coronavirus actual, habida cuenta de que esta maldita epidemia se llevó por delante hace unas semanas a Rafael Gómez Nieto, el último soldado superviviente de la Nueve, la compañía de la División Leclerc formada por republicanos españoles que liberó París en 1944 del ejército nazi de Hitler, abriendo paso con sus tanques hasta las puertas del Ayuntamiento parisino. Hubiera dado pie, además, para citar a Amado Granell, natural de Burriana y alicantino de adopción, que comandó aquel batallón elegido por Charles De Gaulle para entrar en la capital francesa y, en su condición de teniente de La Nueve, fue recibido en el consistorio parisino, donde quedó inmortalizado en una foto que al día siguiente ilustraría la primera página del diario Liberation bajo el titular: «Han llegado».

Sí, era el día para recrear otros momentos trascendentes que cambiaron nuestra historia, pero no, hoy no estamos en eso, hoy estamos en lo que estamos, y los tiros apuntan en una misma dirección: la desescalada y sus etapas. Aquí, la única efeméride que sobrevuela es la que, pese a esperada, no se puede celebrar. Pese a que se daba por hecho, no hubo trasvase de la fase cero a la fase uno en gran parte de la provincia y nadie acierta a explicar el motivo. El Consell en pleno estaba convencido de que el cambio de etapa estaba atado y, además, en bloque, para toda la Comunidad a la vez, dada la estrategia política pactada para ese traslado. Sin embargo, la publicación del mapa que dejaba fuera a más de media provincia, Alicante y Elche, incluidas, arrojó toneladas de contrariedad el viernes por la noche. El foco apuntó rápidamente al Palau de la Generalitat. Y desde el círculo de Puig se lanzaron miradas de desconfianza en dos direcciones: hacia el presidente Sánchez y hacia la consellera Barceló. No consta que a alguien del entorno de la Generalitat se le pasara por la cabeza que sus principales capitales no fueran a cambiar de casilla en el primer movimiento del tablero. Al contrario, se vaticinó lo opuesto tras deslizar que Madrid había dejado caer un inequívoco comentario dos días antes: «Matrícula de honor para la Comunidad Valenciana». Entonces ¿qué pasó desde el miércoles hasta el viernes para pasar del sobresaliente al suspenso? Las previsiones habían dado rienda suelta a un optimismo que se trasladó a la sociedad, con sectores de la economía que tomaron medidas para regresar a la actividad. El impacto al constatar que sucedía todo lo contrario fue innegable. Para que se hagan una idea, este periódico registró en su edición digital uno de los mayores picos de audiencia en cuestión de minutos (solo comparable al Gordo de la lotería de Navidad), nada más colgar la noticia que anunciaba que Alicante y Elche no pasaban a la fase uno de la desescalada.

Curiosamente, la Comunidad Valenciana registró ayer una buena jornada en lo que respecta a la reducción de afectados por el virus, un nuevo argumento que se esgrimirá en las próximas horas para convencer de que se acelere el cambio de fase.

Así que he comenzado hablando de momentos históricos y acabo hablando de otro tipo de momentos, esos extraños y curiosos que van sucediendo en esta historia interminable.

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