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Lorena Gil López

A contracorriente

L. Gil López

Entre la ira y la desazón

Muertos en España con coronavirus: 27.600. Contagiados: 277.719. Familias destrozadas, trabajadores en el paro, personas sin recursos en la más absoluta indigencia: incontables. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué nos olvidamos con tanta facilidad de las desgracias? No soy una experta, no soy científica, ni epidemióloga, no soy un ejemplo de nada, solo soy una ciudadana que cumple las normas y se las explica a sus hijos para que también lo hagan.

Y estoy entre escandalizada e indignada por ver cómo día tras día sigue habiendo inconscientes que, frente a las normas establecidas para intentar que el virus no se extienda con tanta facilidad como lo hace, se las pasan por el forro y se dedican a hacer fiestas, jugar al fútbol o al baloncesto, pasear con colegas, bañarse, no guardar las distancias, salir a las horas que no les corresponden, manifestarse con cacerolas,... estoy harta de tanto «covidiota», la desazón me inunda ante tanto comportamiento incívico.

Los políticos no han hecho muchas cosas bien en esta grave crisis, han cometido errores y deberán dar explicaciones por ello, pero no es el momento, ahora hay que luchar contra el enemigo común. Yo no he salido a aplaudir a los sanitarios cada tarde a las 20 horas, no voy a poner como excusa que estoy en el campo y no vemos ni oímos a nadie, pero tengo una cuñada enfermera en el General de Alicante y sé cómo lo están pasando, pero solo puedo imaginar su sufrimiento. ¿Qué no hemos aprendido, pues, de estos dos meses de confinamiento? ¿Queremos tirarlo todo por la borda? ¿Queremos que mueran más personas? Esta situación va para largo, todos los indicadores constatan que habrá rebrotes, pero muchos no se quieren enterar y parece que llevan orejeras para taparse los oídos y no escuchar; gente que se llena la boca de libertad y democracia para salir a la calle a manifestarse saltándose el confinamiento, mientras desprecia la educación, el civismo, la cordura.

Más de 27.000 muertos y millones de familias destrozadas. Qué pena. No lo olvidemos. No los olvidemos.

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