Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Toni Cabot

Postales del coronavirus

Toni Cabot

Se juega en Sella

«Es pot anar al bar i no podem jugar a pilota?». El lamento se repite en presencia de la alcaldesa, Mila Llinares, que no puede más que encogerse de hombros y, resignada, recordar: «La llei és la llei». En Sella, la pilota valenciana es una religión. Ese esbelto pueblo que se levanta en plena Sierra de Aitana vive y disfruta con pasión desatada el deporte autóctono en su Plaza Mayor, conservando una tradición que pasa de padres a hijos sin peligro de extinción. Cuentan que la primera partida de la que se tiene constancia documental data de 1885, pero si preguntas por sus calles la respuesta es la misma: «¿La pilota en Sella? Desde sempre, de tota la vida».

Hace muchos años conocí a un sellardo de pro. Un viejo que cayó un domingo en Alicante con motivo de una exhibición montada alrededor de los fastos del V Centenario, y que todos conocían como Pepito «El Llop». A través del Llop me hice una idea del enorme poder de atracción de una actividad deportiva que sólo se perdió un poco de vista durante los años 60 y 70 con motivo de la emigración. Afortunadamente, fue un paréntesis que se cerró y, actualmente, cada domingo por la tarde, la pilota copa la atención de una generación que escucha absorta a los viejos del lugar hablar de figuras como Luis de l'Horta, Vicent y Alfredo Carreró, Tonet Ferrer, Esteve «La Plaça», Juanito Pereroc o Toni Carlampio, legendarios pelotaris nacidos en Sella, en recordados partidos de llargues que sembraron de pasión sus calles.

El espectáculo con más colorido llega en las fiestas patronales, que coinciden con el final de la recogida de la cosecha de la almendra, el primer fin de semana de octubre. Expectantes ante la evolución de la pandemia, el Ayuntamiento mantiene sus reservas, pero ha decidido no pronunciarse todavía acerca de su celebración. La festividad de la Divina Aurora se mueve entre presupuestos modestos, con un par de días de verbena, la procesión de L'Aurora que comienza con el alba, a las seis de la mañana y, por supuesto, los partidos de pilota.

En este punto, la expectación es máxima. Con la Plaza Mayor engalanada, el encuentro de llargues se dibuja entre paredes con leyenda. A un lado, la Casa del Tío Giner, un avispado sellardo que, aseguran, engañó a unos descendientes de los moriscos para conocer el paradero de un tesoro oculto en la Cova del Divi desde los tiempos de su expulsión. La leyenda detalla que el Tío Giner se adelantó por la noche para robar el tesoro y huyó del pueblo, donde regresó años después para edificar la casa más grande de Sella con la fortuna a buen recaudo.

Al otro lado, la Torre defensiva del siglo XIII, en el centro de la plaza, y a su lado, el Palau del Barón de Sella, señor territorial que repobló la zona con cristianos viejos de la Huerta de Alicante y mallorquines. La Baronía de Sella y Agres, título nobiliario creado en 1527 por Carlos I, lo ostenta ahora Isabel Calatayud Sarthou, profesora de la Sorbona que, año tras año, se mantiene fiel a la cita con su pueblo.

Pues allí, entre tanta piedra histórica, ante la mirada de la baronesa y tantos sellardos orgullosos, el primer fin de semana de octubre se escucha al viejo alentar las apuestas antes del inicio del partido de pilota al grito de «¿qui dona als blaus, qui dona als rojos?». Y, por en medio, impacientes jugadores ante el espectáculo más deseado.

Si el coronavirus no lo impide, recuerden que, tras la cosecha de la almendra, se juega en Sella.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats