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Laura Soler

Opinión

Laura Soler

Oxímoron

Esta figura retórica me recuerda, como doctora en Filología Hispánica, el momento que estamos viviendo. Este eterno presente nos ha puesto contra las cuerdas, nos ha hecho sentir vulnerables ante ese maldito virus que ya de manera premonitoria imaginaron Albert Camus o José Saramago.

Mi abuela, «refranera» donde las hubiera, decía que los vecinos son los parientes más cercanos. Y lo hemos podido comprobar en este largo confinamiento cuando siempre había alguien que llamaba a tu puerta: «¿Necesitáis algo?». Como siempre, la sabiduría popular nos muestra, una vez más, la importancia de la solidaridad del entorno en situaciones de emergencia como la actual. El recuerdo de las sabias palabras de mi abuela, volvían a mí cada vez que alguien tocaba de forma tempranera a la puerta de casa. Gracias a la solidaridad en la dificultad ha quedado patente la importancia de la intervención social y comunitaria para que podamos salir fortalecidos como colectividad. A partir de esta «nueva realidad» que estamos viviendo hemos descubierto ciertos lujos imprescindibles hasta ahora invisibles que nos han facilitado la vida, los ahora tan mentados servicios esenciales.

Sin embargo, me ha sorprendido no oír apenas mención a la administración más cercana a la ciudadanía, nuestros ayuntamientos. En la mayoría de ellos, el personal funcionarial junto a la representación política de toda ideología se han dejado la piel para cuidar a las personas y lograr un caos controlado en esta difícil coyuntura. Los ayuntamientos han representado un nuevo escenario más cercano desde donde se ha gestionado el mayor porcentaje de esta crisis, a pesar de la multitud de dificultades que han debido soslayar. Por ello, desde mi labor como diputada autonómica, agradezco que los consistorios me hayan permitido colaborar con ellos codo a codo y día a día. Ésa ha sido, es, la parte más gratificante desde que empecé hace un año en esta ocupación parlamentaria y, sobre todo, desde que la crisis socio-sanitaria comenzó a azotarnos y nos obligó a confinarnos armados con nuestros teléfonos e internet.

Ahora que parece que la esperanza comienza a abrirse paso, encontrad, servidores municipales de toda índole y condición, un homenaje por vuestra labor en un silencio clamoroso. Y para mis compañeros concejales y concejalas socialistas con los que tanto quiero, esos de la música callada que ya no suena en los balcones junto a los aplausos, mi reconocimiento y mi aprecio.

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