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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Los ángeles de los pobres

Me disponía a escribir un cuento sobre una mosca sin alas, cuando me enteré de que en los lugares donde hace mucho viento esa carencia está genéticamente institucionalizada porque constituye una ventaja. Se lo dije a mi psicoanalista:

-Hay lugares en los que alas estorban.

- ¿A quién le estorban? ¿En qué lugares? -preguntó.

-A las moscas, y en lugares donde el viento juega con los insectos voladores como una corriente de aire con las cenizas de carta de amor.

- ¿Y por qué me cuenta esto?

-Porque quería escribir un cuento sobre una mosca sin alas y ahora ya no sé si tiene sentido.

- ¿Y qué sentido tenía antes de enterarse de lo del viento?

-No sé. Siempre me llamó la atención que los ángeles y las moscas tuvieran en común esos órganos. El otro día estuve en el museo del Prado y me acerqué a ver La Anunciación, de Fra Angélico. ¿Lo recuerda?

-Creo que sí. El arcángel San Gabriel, anuncia a la Virgen que va a ser madre de Dios. Aparece también el Espíritu Santo en forma de paloma.

-Exacto. Pues estaba contemplándolo con cierto arrobo místico, pues se trata de una pintura que me gusta mucho por su aparente ingenuidad, cuando una mosca se posó sobre la paloma.

- ¿En el museo del Prado hay moscas?

-Había una por lo menos. Me pregunté por qué el Espíritu Santo no podría ser una mosca en vez de una paloma.

-Ya -dijo la terapeuta con tono de paciencia-. Y ahí es donde se le ocurrió el cuento de la mosca sin alas.

-Eso es.

-Pues no acabo de ver la asociación.

-Quizá no la haya.

De vuelta a casa, me metí en la cama porque me dolía mucho la cabeza, pero tardé en dormirme preguntándome si las moscas, tan abundantes en esta época del año, no tratan de decirnos algo fundamental con su presencia. Como ya he dicho en otras ocasiones, son los ángeles de los pobres.

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