Como saben perfectamente ustedes dos los premios que se ganaban en los diversos juegos de lotería en España estaban exentos de impuestos. Y digo estaban porque un día llegó el ministro del PP Cristóbal Montoro y cambió las reglas del juego: a partir de determinada cifra, de cada 100 euros ganados Hacienda se lleva 20. Un impuesto más a mayor gloria de estos ávidos políticos que padecemos en España y que sólo saben subir impuestos y jamás rebajar gastos, sobre todo los gastos políticos. Por fortuna, Cristóbal Montoro ya no está entre nosotros -políticamente hablando- pero su legado de voracidad recaudatoria continúa incólume señalando a las Montero, María Jesús e Irene, el camino de subida de impuestos que pretende nuestro Gobierno sin que ello les lleve a una reducción de gastos. Mientras las dos grandes cadenas privadas de televisión, Mediaset y Atresmedia, suman unos 4.000 empleados, la RTVE pública supera los 6.500 y TV3 los 2.300, por ejemplo, Montoro. Y no hablo de las decenas de cadenas de radio y televisión autonómicas que, con una cuota de audiencia mínima, mantienen a miles de empleados y miles de millones de euros de gasto, por ejemplo, Montero.
Tras largas y arduas conversaciones a cara de mascarilla, Alemania, como dueña del bombo, acaba de publicar el resultado del sorteo extraordinario de euromillones que se celebró esta semana en Bruselas. Uno de los países agraciados con mayor lluvia de millones ha sido España, cerca de 140.000. Pero hete aquí que cuando la pareja Sánchez-Iglesias, como apoderados de los españoles (ahí se apuntarán Cataluña y Vascongadas), vayan a cobrar el boleto premiado se encontrarán con la desagradable sorpresa de que lleva una importante retención a modo de estricto mecanismo de control para conocer dónde va destinada esta suculenta lluvia dorada de millones. Como verán, las cargas que impuso entonces a la lotería el legendario Montoro se transmiten hoy a Montero, las dos, porque así lo exige el mantero holandés. Montoro, Montero y mantero, ¿dónde está el trilero que mueve la bolita para engañar al mantero?
Pablo Iglesias (perdón), copríncipe de una España que no incluye a Cataluña y Vascongadas, una vez conocedor de que hay dinero para gastar, dedica sus inapreciables horas de trabajo no para coordinar junto con Illa y Simón el problema sanitario que los rebrotes del coronavirus están ocasionando ahora que los gobiernos autonómicos han cogido el descontrol de la pandemia (Cataluña a la cabeza), no; Iglesias alza su venerable figura profesoral para explicar al pueblo llano que lo suyo es acabar con la Monarquía y proclamar la III República plurinacional y solidaria (sin cursilerías). Como Pablo Iglesias es en sus ratos libres un hombre leído e historiado (recargado de adornos mal combinados, RAE) recobra el tiempo perdido a la búsqueda de aquella añorada "derecha republicana" que "tradicionalmente existió en nuestro país", a la que es necesario convocar para que se apunte al advenimiento de la nueva República. Así se expresaba el líder de extrema izquierda esta semana. Pero historiado no es lo mismo que historiador (especialista en historia, RAE), como habrán podido colegir mis dos avezadas lectoras. No es lo mismo.
La referencia a esa derecha republicana de la que nos habla nostálgico e historiado Pablo Iglesias quizás esté mal combinada, como ocurre con los adornos ideológicos que gusta lucir nuestro héroe. Sigan leyendo. Melquíades Álvarez fue un político y abogado español, nacido en Gijón, que llegó a ser presidente del Congreso de los Diputados y Decano del Colegio de Abogados de Madrid. En 1931 fundó el Partido Republicano Liberal y Demócrata, es decir, el centro derecha republicano. Decidido defensor de la unidad de España y de la democracia fue detenido el 4 de agosto de 1936, Segunda República mediante, y conducido a la cárcel Modelo de Madrid. El 22 de agosto, sin juicio, sin cargos en su contra, fue asesinado en los sótanos de dicha prisión por un grupo de milicianos de la Segunda República. Junto a él, fueron también asesinados por milicianos republicanos los ministros republicanos Manuel Rico Avello, ministro de Gobernación y de Hacienda, y Ramon Álvarez Valdés, ministro de Justicia de la Segunda República, ambos del mismo partido de centro derecha. Meses antes, en Oviedo, asesinaban al también ministro de Trabajo de la Segunda República Alfredo Martínez García-Arguelles, miembro de ese partido de centro derecha y sobrino de Leopoldo Alas "Clarín". ¿Cómo lo ve ahora Pablo? ¿Cómo lo ve el centro derecha español que tradicionalmente existe en nuestro país? ¿Cómo lo ven ustedes dos? ¿No lo ven claro del todo? Yo tampoco.
El historiado Iglesias aprovecha que está en el ojo del huracán judicial por motivos supuestamente poco ejemplares y como maniobra de distracción carga contra la Monarquía española aprovechando que el Rey emérito pueda ser poco ejemplar. Si aplicamos el silogismo de la corrupción para acabar con la Monarquía, Pablo, ¿qué debemos hacer con la autonomía catalana y su Gobierno ahora que el juez propone sentar en el banquillo a la familia Pujol por organización criminal para enriquecerse? ¿Traemos al heredero del archiduque Carlos por el que Cataluña luchó en la Guerra de Sucesión Española y el mito de la independencia catalana? Cuando el anterior representante de cualquier institución es investigado por corrupción ¿debemos acabar con la institución? Entre el cobro de un premio de lotería con retención que exige el mantero siguiendo a Montoro; entre el llamamiento a la derecha republicana que tradicionalmente existió en España durante la Segunda República, como hemos visto; y entre la disyuntiva de acabar con las instituciones por presunta corrupción de sus miembros y miembras, como en el caso de la familia Pujol, ¿dónde está la bolita, señor trilero? A más ver.
