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Martín Caicoya

Covid-19, mucho titubeo

Efectivamente, en el curso de esta pandemia se han titubeado mucho, los expertos y las agencias se han tenido que retractar de algunas recomendaciones o posturas

No es raro que oiga decir: estamos en manos de expertos ignorantes, unas veces dicen una cosa, al día siguiente la contraria. Efectivamente, en el curso de esta pandemia se han titubeado mucho, los expertos y las agencias se han tenido que retractar de algunas recomendaciones o posturas. Baste escuchar lo que dice Anthony Fauci, el doctor Simón de Estados Unidos, en una entrevista el 21 de julio cuando le preguntan si hay algo en este virus que le haya sorprendido. El doctor Fauci, virólogo de prestigio, lleva más de 40 años en el frente y ha sido uno de los principales en la lucha contra el VIH, el virus del ébola y tantos otros. "Absolutamente", contesta con énfasis. "Es extremadamente único en su clase y creo que es una de las razones para tanta confusión. De todos los virus y brotes en los que participé, nunca vi uno con un espectro de enfermedad tan extremo. Esta enfermedad va desde nada a la muerte... aunque haya diferencias extremas en algunas enfermedades, ninguna ha explotado en una pandemia".

El control de un brote comienza con la definición e identificación de casos y de los contactos. Lo que se haga con ellos dependerá de la capacidad terapéutica, cuando no existe, solo nos queda el aislamiento para evitar la propagación una vez se conoce cómo se contagia. La primera dificultad que entrañó este virus fue la definición de caso. Al principio se hizo muy restrictiva y simple: tos, disnea y fiebre en personas con un contacto con Wuhan. Lo segundo es importante en estos casos cuando los síntomas son tan comunes: se pretende incrementar la especificidad, evitar muchos falsos positivos que impedirían una buena actuación. Así se había hecho con las otras dos epidemias mortíferas de coronavirus: el SARS y el MERS. Pero no se contaba con el sorprendente espectro de enfermedad que facilita la transmisión comunitaria y dificulta identificar los casos. Este virus tiene todos los instrumentos para causar una epidemia.

Fauci parece seguro de que los asintomáticos transmiten. El primer caso de contagio por un asintomático ocurrió en Múnich nada menos que el 27 de enero. Una visitante china, de Shanghái, había pasado los días 21 y 22 con el paciente quien el 24 notó mialgias, irritación de garganta, al día siguiente fiebre de 39 y tos productiva. Pero como el 26 se encontraba bien, volvió al trabajo. Mientras, la mujer china en su viaje de vuelta empezó a encontrarse mal. El 27 se le diagnosticó covid-19, asunto que comunicaron a la fábrica de Múnich. Se examinó al paciente, que entonces no tenía síntomas: La PCR fue positiva con una alta carga viral. La mujer china aseguró, por teléfono a los oficiales sanitarios que la entrevistaron, que durante su visita no se encontró especialmente mal, solo algunas molestias que atribuía al jet-lag. Al día siguiente otros 3 trabajadores, con escaso síntomas, fueron positivos. Entonces se habían comunicado solo 100 muertes y no había casos en Europa. Que hubiera transmisión por asintomáticos obligaría a extremar las medidas de seguridad. La hipótesis era muy seria. La revista "New England of Medicine" aceptó una comunicación rápida que apareció el 30 de enero en internet. Y se discutió.

El más activo en rechazarla fue el Robert Koch Institute de la misma ciudad. Allí los epidemiólogos trabajaban en modelos de contagio y llegaron a una conclusión semejante: la enfermedad se transmite antes de que se desarrollen plenamente los síntomas. Y se lo enviaron al Lancet, tres horas más tarde de que la carta de la doctora Rothke estuviera en la red. La rechazaron. El Instituto decidió realizar una entrevista profunda con la paciente china. Más de 3 horas en las que descubrió que había tomado paracetamol para dolores... quizá enmascarara la fiebre. Así que enviaron carta al NEJM, que rechazó la publicación: quien va a realizar en la vida normal una entrevista con tal profundidad. Pero aún el 3 de febrero "Science" publica un artículo desacreditando el de la doctora Rothe.

Cómo se hubiera actuado entonces si se hubiera aceptado lo que hoy es una realidad incuestionable. Es difícil de saber. Hubo mucha literatura científica que resultó equivocada y produjo confusión. Y la hubo tramposa, como la que empleó bases de datos ficticias para llegar a conclusiones interesadas, publicaciones que aparecieron en NEJM y Lancet. Se navegaba en un mar turbio, en una atmósfera de niebla con muchos obstáculos. Qué creer. Si uno cree todo los que se publica, si pone el radar a máxima sensibilidad, muchos obstáculos son solo olas. Si exige mucha certeza, alta especificad, chocará como el "Titanic".

El doctor Fauci sufre el descrédito de sus jefes, especialmente de Trump. Se magnifican sus errores, los que derivan de la ignorancia sobre este virus. Quizá sea la persona más informada del mundo, quizá sea la persona más capaz de digerir la confusa y contradictoria información sobre el tema. Y aun así se equivoca. Nos gustaría tener más seguridad, saber cuál es la mejor estrategia, aquella que consigue mejores resultados con menores costes sociales y económicos. No lo sabemos. Quizá en algunos casos se sobreactúe, en otros haya demasiado relajo. Esta es la realidad.

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