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El proyecto mercantil educativo y el MIR

En la elección de la especialidad médica, ¿prevalece el mercantilismo sobre la vocación? ¿Es posible entender que no haya habido efecto COVID19 en los mejores estudiantes de medicina, mientras si lo tuvo House, Urgencias y Anatomía de Gray?

Los profesionales de la medicina y la sociedad están observando con sorpresa que los graduados en Medicina que han conseguido las mejores notas en el MIR (lo que en principio significa que son los mejores estudiantes que han salido de las facultades de Medicina) han preferido este año Dermatología como especialidad (siguiendo la tendencia de los últimos años). Mientras que otras especialidades que han estado en primera fila contra el COVID19, luchando para evitar que los pacientes murieran y que han sido el objetivo informativo de todos los telediarios, como son la Neumología (sistema respiratorio), intensivista (UCI), Medicina Interna (que es un compendio de todas las especialidades médicas) y Atención Primaria (médicos de familia) no están entre sus preferencias. Es evidente que la vocación de servicio de estos nuevos graduados no se ha visto reforzada por este tremendo shock que ha sufrido y esta sufriendo nuestra sociedad. Creo que tendríamos que reflexionar sobre este fenómeno. Así que vamos a ver si la neurociencia nos lo puede explicar.

Después de muchos años estudiando el desarrollo de la anatomía y la función cerebral conocemos bastante sobre los mecanismos que subyacen a los procesos motivacionales, es decir, qué circuitos dentro del cerebro producen las sensaciones de placer que nos impulsan a tomar decisiones sobre nuestro futuro. El tener expectativas de cumplir con nuestros objetivos es un refuerzo muy importante para elegir uno u otro camino profesional. Podríamos aceptar que, para unos jóvenes médicos con vocación, el enfrentarse a una nueva enfermedad, que pone en riesgo la vida de muchas personas, así como prepararse para luchar contra ella y sus posibles variantes, parece un proyecto atractivo dentro del desarrollo de un servicio social como es la Medicina. Además, se ha reforzado todo esto con imágenes constantes de personal sanitario ejerciendo como héroes su responsabilidad profesional de salvar vidas y luchar contra la enfermedad, con gran reconocimiento social. Nada parece más atractivo. Pues bien, no ha habido una avalancha de demandas para convertirse en estos héroes de nuestra profesión, aún sabiendo que esto tendrá un largo desarrollo temporal y una amplia demanda social.

¿Qué puede actuar sobre estos circuitos cerebrales del placer para atraer a los mejores estudiantes hacia especialidades aparentemente menos exigentes y con potencial para desarrollar nuestra capacidad heroica? La explicación puede estar en la relación mercantil que los estudiantes han establecido con su educación, basada en perseguir pequeños logros de resultados casi seguros y recompensas a corto plazo. Se les ha programado durante todo el ciclo formativo a perseguir objetivos académicos fáciles y con resultados casi inmediatos.

El sistema educativo vigente en España proclama como misión el formar individuos preparados para ser ciudadanas y ciudadanos libres, honestos y comprometidos con la sociedad (debería añadir: inteligentes y críticos, pero no lo hace). Sin embargo, utiliza métodos clasificatorios (exámenes y notas) en los que valora la consecución de micro-objetivos (llamados estándares) en asignaturas inconexas, lo que parece un camino poco racional para conseguir el objetivo de formar al individuo de forma integral. La bondad de repartir hasta el infinito las exigencias permite también que el profesorado esté contento, porque esta atomización de compromisos les exige menos esfuerzo y casi nula responsabilidad, que el esfuerzo que supone un análisis global de la formación de sus alumnos; puesto que solo tienen que contar cuántos estándares (o educa-bits) tiene el estudiante en su asignatura (o bit-box). Los alumnos aprenden a llenar la bolsa de estándares y andar sobre un camino de mínimos escalones que la mayoría superan sin esfuerzo, y los que no, pues que repitan hasta llenar la bolsa. Los padres, creo que no entendemos el proceso por su aparente complejidad y lo dejamos todo en manos del sistema (basado en el mercantilismo industrial: estandarizamos la producción para asegurar resultados repetibles). Por lo tanto, el sistema fomenta y propone al alumno una relación mercantil en vez de una relación social en su proceso educativo, y es esta relación mercantil la que premia y motiva a los estudiantes a lo largo del proceso educativo desde la escuela al instituto y la universidad (donde tampoco cambia nada sustancialmente, aquí los estándares se llama créditos, término más claramente relacionado con el mercantilismo).

Si examinamos críticamente los estándares de la LOMCE, vemos cómo postula la importancia de saber resolver límites, funciones, integrales y derivadas (en Matemáticas), o hacer de manera estereotipada un comentario de texto (en Lengua Castellana). No creo que sean retos muy relevantes para la formación en el siglo XXI. Sin embargo, no se puede encontrar ningún estándar con el objetivo de hacer comprender al alumno que las Matemáticas es el instrumento para entender el carácter discontinuo del universo, que son necesarias para reconocer los patrones de relación entre las cosas y acontecimientos, y con ello, poder predecir fenómenos de futuro y prepararnos para ello (elementos básicos de la predicción científica que es necesaria para la prevención y reducción de la incertidumbre sobre lo que puede pasar). Tampoco encuentro entre los estándares de Lengua Castellana (o extranjera) el hacer entender al estudiante que el pensamiento es narrativo, pensamos con palabras, y por lo tanto el uso del lenguaje y nuestro vocabulario dan libertad al pensamiento y a nuestros procesos mentales, o, por el contrario, convertirse en su carcelero cuando son escasos. Tampoco hay nada relacionado al establecimiento de relaciones empáticas, así como el valor de controlar y entender las emociones, lo que deberían ser programas privilegiados.

Me parece que el sistema está privando a nuestros jóvenes de aprender que el éxito educativo y la motivación derivan de los logros globales en la construcción personal y social, y no en llenar la bolsa de "educa-bits" para comprar un futuro de placeres atomizados elegidos con reglas mercantiles. Cambiar esto puede estar en nuestras manos, pero debemos empezar con cambiar el sistema educativo, que está en su esfera de confort: maestros y profesores acomodados con el mercantilismo y emisores de educa-bits, con mecanismos de inspección y supervisión que se dedican exclusivamente a controlar si se ha aplicado o no el valor establecido de mercado de los educa-bits, sin entrar en procesos globales de formación del estudiante como individuo (será que posiblemente se requiere mayor formación para ello y que es un proceso con mayor compromiso y responsabilidad). Además, estamos viendo con estupefacción como el valor de mercado de los educa-bits es diferente según que región española donde se consigan. Prueba de ello es que este año los educa-bits conseguidos en las comunidades gobernadas por el PSOE están más valorados que los conseguidos en las comunidades gobernadas por el PP. Como ven, una razón de peso para tomar decisiones sobre la promoción o no de nuestros jóvenes. Aquí los padres tendríamos algo que decir o hacer, y tampoco decimos ni hacemos nada (somos también parte del sistema acomodaticio).

Si queremos que los profesionales y los estudiantes de Medicina tomen decisiones basadas en relaciones sociales, tenemos que promover y vigilar la formación de individuos basada en estas normas sociales. Así, creo que elegirán Dermatología, motivados por tratarse del órgano más extenso del cuerpo humano, que, además de sus enfermedades propias, refleja los estados de ánimo (ámbito de la Psiquiatría) y es diana de muchos síntomas para-neoplásicos (que anuncian que existe un cáncer en algún órgano). Y no la elegirán por no tener guardias hospitalarias de 24 horas, tener menor estrés profesional y tratar enfermedades de aparentemente fácil manejo clínico; que puede ser una explicación posible de su elección privilegiada basada en una relación puramente mercantilista, de resultado casi seguro y recompensa a corto plazo.

Imagino que las especialidades relacionadas con epidemias víricas y sus tratamientos estarían dentro de las más atractivas en nuestros días, si nuestro sistema educativo se basara en las relaciones sociales para entrenar en una mejor dirección a los sistemas de recompensa y motivación del cerebro durante la formación escolar y académica.

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