Llamar "autoexilio" al abandono a escondidas de Juan Carlos de Borbón del país que reinó va más allá de lo que recomienda la etiqueta. Las dos primeras acepciones de la palabra "exilio" son las que mejor encajan: "separación de una persona de la tierra en que vive" y "expatriación, generalmente por motivos políticos". En el primer caso cabe una ambigüedad muy generosa en su uso respecto a los fugitivos de la justicia, porque no diríamos de Luis Roldán -que cuando era director de la Guardia Civil cobró comisiones, defraudó a Hacienda y blanqueó dinero (entre otros delitos)- que se autoexilió en Laos. La expatriación por motivos políticos encaja mejor, pero de modo laxo dado que la institución que propicia esta salida de España, la monarquía, gusta presentarse como apolítica.
