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Testosterona

Ni soy, ni quiero ser indiferente a lo que me hace bien, ni tampoco a lo contrario. El tiempo que marca el reloj, que no uso, y la agenda virtual de mi cerebro sigue una ruta desconocida para los humanos, aunque algunos crean llevar el control de los otros, somos todos piezas de un tablero en el que hay muerte segura, también el rey, incluso antes que los peones... Se alterna la victoria, blanca o negra, pero, al final, todos polvo, y pocos "polvo enamorado".

Del amor soy más practicante que del ajedrez, reincidente para siempre "como siempre", que diría mi buena amiga Carmen Zornoza. No hay tiempo, ni siquiera muerto para perderlo, y lo vivo a flor de piel.

En el último libro del escritor y conferenciante Álex Rovira, Amor (Editorial Zenint), lo clasifica en dos etapas bien diferenciadas, la del vértigo y la del éxtasis. Soy nacida en Junio, las palpo a la vez, porque lo otro, eso tan maduro que se duerme en los laureles y que tiene de apellidos "bienes gananciales" es un estado para mí desconocido. Reivindico, por lo tanto, el de mi yo -mojado-húmedo- pero no de lavarse las manos con el jabón de la indiferencia, y sí con el de "ellas", en la masa e implicada hasta las trancas. Refranes que son la fotografía en palabras de hechos vividos.

Vividos, si parecen haber sido los años del Rey Emérito. Algunos jocosos y cómplices comentarios lo justifican con el calificativo de Borbón, que viene a querer decir, "follador". Es ese mundo "machito" que no desea ser descubierto de sus propias carencias y desconocimientos en el arte de amar, dicho por mi parte de forma fina y generosa, porque apostaría a la grande (cambiándome ahora de juego) -de que son de mal sexo y escaso seso- .

Poco hombre es, según mi entender, el que necesita de La Corona, y de tanta generosidad con el patrimonio de los españoles, además de la constante humillación pública a su familia para ello.

Insisten los defensores que era cuestión de "testosterona". Tonta de mí, que creía que era cuestión de Estado, la única justificación actualmente de La Monarquía.

Busco en el Diccionario de la Real Academia Española, pese a mi escepticismo y mi total antipatía por alguno de sus miembros premiados y dice así:

-Testosterona-: Hormona producida por los testículos que tiene por función el desarrollo de las glándulas genitales y el mantenimiento de los caracteres sexuales secundarios masculinos. "Cuestión de huevos", resumiendo.

Y yo comprándolos ecológicos por aquello del colesterol y los triglicéridos, y resulta que lo que realmente me enferma es saber que, para que unos hayan vivido como lo han hecho, los de su misma generación, como mi padre se dedicaron solo a trabajar, y nunca tuvieron vacaciones. El mes en el que estamos era el que le correspondía libre de todo el año en su empresa, y lo pasaba en una de las piscinas famosas del Madrid de los 70, trabajando de camarero, a destajo y por las propinas. Y no era el único. Son los de esa generación que en estos últimos meses han muerto solos.

Me niego a ser además de indiferente, ante los delitos sociales, a ser permisiva con aquellos que por su "exceso" de testosterona reivindican mi cuerpo como suyo, y pretenden hacer invisible el mío de MUJER.

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