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Arturo Ruiz

Opinión

Arturo Ruiz

Valles eternos

Perseveran como los habitaron los pastores y campesinos anónimos que ya en el Medievo se ganaban allí la vida

Hay paisajes que nacen con suerte porque son eternos: se han mantenido así de una generación a otra porque tuvieron la fortuna de que ninguna gran aberración urbanística los mutó, ninguna metrópolis ocupó sus riscos. Perseveran como los habitaron los pastores y campesinos anónimos que ya en el Medievo se ganaban allí la vida. Sin idealizar: fueron campesinos y pastores miserables que le sacaban a la tierra un fruto pobre, de secano y tacaño. Pero ese paisaje llegó hasta nosotros. Sobrevivió. Esa es su suerte. Els Valls de la Marina: Ebo, Alcalà, Laguar, Gallinera... Lugares solitarios donde la soledad es una fiesta, el silencio una identidad, las gargantas se adentran hasta el corazón del planeta, el ruido resulta una estridencia y el tiempo no lo marca la agenda del móvil sino el ritmo legendario de las estaciones: frío, calor, lluvia, granizo, sol, sed, rocío, agua, piedra y todas esas cosas. La primera vez que fui a la Gallinera -¿te acuerdas?- me asombró el poder de esta sucesión de cordilleras y barrancos a apenas un puñado de kilómetros de los grandes núcleos turísticos (Dénia, Benidorm): un agujero negro tan próximo a nosotros donde nunca pasa nada en este siglo XXI en el que pasan tantas cosas. Oiga, que usted coge el coche, y en un segundo se traslada al origen de todas las leyendas contadas ante una chimenea, allí donde gente tan fuerte que se hubiera muerto de pena en las ciudades abancaló montañas hasta la cima para no morirse de hambre. Otra cosa es si todo esto tiene futuro: en 2020, Les Valls se ha granjeado duros enemigos. Uno de ellos es la despoblación, porque esta tierra, que tan próspera hubiera sido con un turismo rural bien planificado y jamás subvencionado, ve como los hijos de sus hijos se largan a las urbes y los bancales se abandonan. Y, abandonados, son presa fácil del fuego. Estos pueblos que apenas han padecido el coronavirus son los que más han retrocedido en poder económico por la pandemia. Urge intervenir ya en les Valls: menos anuncios grandilocuentes de planes rurales que son quimeras y más inversión para que la patria de nuestros abuelos prosiga inmutable.

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